¿Qué hacer con el Halloween?

Cada mes de octubre se viene «Halloween» para muchos……. así es, no me gusta pero es un tema que se debe tocar. Hay varias cosas que es importante precisar sobre este tema cuando se conversa sobre él:

 

  1. Que estemos hablando de lo mismo

Cuando se dice la palabra «Halloween» no todos entienden lo mismo. Podemos hablar de tres grupos:

  • Unos lo asocian a disfrazarse y pedir dulces sanamente. No ven más allá de lo que suceda ese día.
  • Otros lo asocian a exaltar lo tenebroso y macabro en medio de burlas decorando sus ambientes con eso. Lo ven como en plan de diversión, de asustar al otro, pero no se ven adorando al diablo por ello.
  • Los satánicos actualmente lo utilizan para realizar cultos en honor al Diablo. Es un día importante para ellos.

Por eso hay que precisar en el tema, qué se entiende por la palabra para analizar las posturas.

Los dos primeros grupos no le ven conexión con el tercero y por ello les parece exagerado que se diga que disfrazar a un niño y pedir dulces en su barrio lo contamine y ya los haga seguidores del demonio, lo cual también veo exagerado y sin un fundamento serio, más que opiniones aquí y allá, así como la mía diciendo lo contrario.

Yo recuerdo que de niño me disfracé muchos 31 de octubre, era feliz con mi disfraz de superhéroe de Superman o Batman, competía con amigos a ver quién recogía más dulces, y no veía al diablo por ningún lado. Las casas no se decoraban con nada oscuro, simplemente los niños a pedir dulces y listo, era una forma distinta de como vemos que se celebra en Estados Unidos. Pero seguramente mientras yo hacía eso, muchos adultos se ponían máscaras horrendas, se disfrazaban de espantos, decoraban sus casas con brujas, arañas, calaveras y vampiros, y hacían fiestas, incluso algunos con invocaciones y hasta jugando la ouija. Para ellos esto (jugar a la ouija por ejemplo) era una simple fiesta comercial y según ellos no conllevaba a nada más. Pero pueden estar equivocados, pues hay cosas que sí implican una apertura a fuerzas oscuras, algo que exorcistas, expertos en el tema han venido advirtiendo en prácticas como invocaciones o jugar a la ouija. En este grupo de personas, difícilmente distinguen lo que es broma y lo que es en verdad fuerzas oscuras. Les parecerá broma que se pueda invocar un demonio con una tabla ouija y pensarán que si «no creen en eso» no les pasará nada.

Ese mismo día el tercer grupo, los satánicos, preparan sus sacrificios asquerosos, roban niños, invocan al diablo, profanan tumbas y roban hostias consagradas. Esto es algo nuevo es cierto, pues quien mencionó la importancia del Halloween para el satanismo fue Anton Lavey en la Biblia satánica hasta 1969, quiere decir que antes no había conexión como tal ni se asociaba el Halloween con el satanismo, aunque se lo escuchas a más de uno con total convicción pero sin evidencias . Es decir, quien metió la fecha y el nombre en la esfera de lo satánico fue Lavey a finales de los 60.

En el fondo debemos reconocer que el primer grupo es la forma infantil de celebrarlo todavía, el segundo la adulta, pero el tercero tiene un componente diabólico, que hace que la fecha: 31 de octubre, haga ruido y mucho hasta poner a pensar, ¿qué sentido tiene seguir con las dos primeras en estos tiempos cuando los elementos actuales coquetean con acercase a elementos propios usados por el tercer grupo?. ¿Coincidencia?. Ahora, que algo converja con otro no los tiene que asociar pero en este caso hay elementos comunes en los tres casos: lo nocturno, lo tenebroso y explícitamente para el tercer grupo, lo demoníaco; sobre ello tenemos que alertar, porque la relación causal que se da, logra de alguna manera atraer las miradas y como no, permear elementos de un lado al otro, pues con el tiempo esta fiesta secular fue evolucionando.

Disfrazarse de un personaje favorito no es malo, no habría por qué y menos de disfraces infantiles; pedir dulces no es malo, no habría por qué, lo que reafirma el exorcista Vincent Lampert (Halloween: El problema no está en disfraces o dulces, aclara sacerdote), incluso más reciente lo ha afirmado el sacerdote José Antonio Fortea Ver entrevista, pero que ambas cosas se junten justamente el 31 de octubre y bajo la palabra Halloween como hoy día se celebra, es evidente que esconde algo más. Y es aquí donde debemos discernir bien y cuidar nuestra familia.

 

  1. La fecha

El 31 de octubre se presta para que todos estos momentos sucedan el mismo día. Muchos viajarán en el tiempo a la época de los druidas y cómo ellos se disfrazaban y tocaban las puertas, eso es cierto. Precisamente entre octubre y noviembre celebraban el Samhain dicen algunos estudiosos, pero creo que hoy ya eso es irrelevante, el peligro hoy no tiene nada que ver con druidas, y aun así en este artículo explican de dónde provienen las tales referencias. Lisa Morton en su libro Trick or Treat: A History of Halloween nos aclara que fue un militar llamado Charles Valancey, quien en el siglo XVIII decidió asumir que Samhain era el nombre de un dios y no el de un festival celebrado por los celtas, y así, esa idea fue pasando con el tiempo hasta hoy. Pero reitero, ya eso no es el problema.

También están los que lo vinculan a la fiesta romana en honor a Pomona, pero lo cierto es que las fuentes que hay como por ejemplo, Ovidio en su obra Metamorfosis la menciona en un poema en el que el dios Vertumno la intenta enamorar, pero no hace alusión a una festividad un 1 de noviembre. Lisa Morton en su Enciclopedia sobre Halloween también sostiene que en el antiguo calendario romano no hubo tal festival a Pomona, ninfa que cuidaba las frutas y los árboles. Al parecer, fue el topográfo Willian Hutchitson quien escribió de la tal fiesta, pero sin sustento alguno.

El peligro hoy es “ambientarse” con esa curiosidad propia de la fecha en lo oculto que nos lo venden de forma directa hoy día, y sentirse cómodo justo el día en que el satanismo tiene más fuerza. ¿Espiritualmente se está fuerte ante esa influencia metido en todo el rollo del Halloween comercial? Habiendo desvirtuando totalmente la Víspera de los Santos de su sentido católico, ¿qué nos dejaron? Un esperpento comercial para muchos, que no para el «espíritu americano» que lo disfruta, pero que en un día en que el satanismo está ofendiendo a Dios de manera especial, los católicos en vez de estar reparando el daño, están siguiendo el papel de tonto útil.

Evidentemente, hay que distinguir entre que los pueblos irlandeses mantuvieran sus costumbres y las vertieran en la festividad católica de la Víspera de los santos con el paso del tiempo (cierto), y otra que desde los celtas viene una celebración satánica el 31 de octubre llamada Halloween, lo cual es un anacronismo, porque la Iglesia celebra la Víspera de los santos (All Hallow Eve) antes de la Solemnidad de todos los Santos, la cual se trasladó al 1 de noviembre en el año 741, siendo que antes la celebraba el 13 de mayo. Por tanto, el verdadero Halloween (festividad católica) no podría ser anterior al 741 como celebración un 31 de octubre. Antes de eso, la Iglesia estableció el 13 de mayo como festividad; podríamos aquí lanzar como hipótesis que la Iglesia buscaba cristianizar la festividad romana de las Lemurias, que los romanos festejaban el 9, 11 y 13 de mayo, «eran días nefastos en los que se temía que los difuntos actuaran negativamente, por lo que el padre de familia realizaba ritos apotropaicos con el fin de ahuyentar los espíritus de los antepasados» expresa Juan Luis de León en su libro La muerte y su imaginario en la historia de las religiones, pag. 157. Que el Papa Bonifacio IV haya decidido consagrar el panteón romano para quitarle fuerza a la lemurias romanas, es una idea que también comparte Carl Cains en su obra «Nuestro origen cósmico», pág 107. De esta manera cuando ya la cristiandad logra erradicar las lemurias, se cambia el día al 1 de noviembre cuando el Papa Gregorio III consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos; y ya a partir del 835 se haría extensiva a toda la Iglesia.

Pero hay varios puntos que nos ayudan a entender mejor a lo que nos enfrentamos y despejar ciertas dudas. 

El calendario Coligny

De lo mucho que circula en Internet, la gente llega a creer que en verdad los druidas celebran una festividad tipo halloween el día que hoy es 31 de octubre, pero hay que considerar que el calendario actual que tenemos, llamado gregoriano, sólo se inició en 1582, antes se tenía un calendario juliano (solar), que se ajustó en 10 días en ese momento; con esto, en 1582, el 31 de octubre de ahora era el 21 de octubre. Si lo importante para cualquier cosa espiritual que ocurra es el día, pues no tiene sentido correrse a la nueva fecha y creer que es el número 31, no importa cuando caiga el que hace terrible lo que ese día pase. Pero aun más, el calendario de los celtas no era solar sino luni-solar, lo que implica que fue acomodado a los meses del año, algo que se pudo clarificar con el descubrimiento del calendario de Coligny.

Este calendario si bien está incompleto permite reconstruir cómo era el calendario celta, mostrando que para ellos habían seis meses de luz y seis meses de oscuridad. Incluso más, permite comprender la relación que había entre los equinoccios y solsticios, y las creencias celtas. Y es justo con este análisis que podemos ver como cronológicamente, el famoso Samhain no caía el 1 de noviembre, ni el 31 de octubre en ese momento. Esto ha sido ampliamente estudiado, y por lo menos Jesús Francisco Torres Martinez, en su obra El cantábrico en la edad de hierro, obra respaldada por la Real Academia de historia, menciona investigaciones de autores como Quintela y Santos Estevez, quienes a su vez sostienen que son los solsticios los que determinan cuándo celebraban los celtas sus cuatro fiestas principales. Para ellos, Samhain se celebraba 40 días antes del solsticio de invierno, y la siguiente fiesta, Imbolog, 40 días después (pág. 548). En esta obra por tanto, ubican el Samhain, el 11 de noviembre según el calendario actual (Solsticio de invierno 21 de diciembre – 40 días = 11 de noviembre).

 

Otro escrito de la Red Iberoaméricana de estudio de las sectas, explica que al ser el calendario celta, un calendario luni-solar, tenían en cuenta la luna llena como punto medio entre los equinoccios y solsticios. Según indica el artículo, la parte oscura iniciaría en la luna llena siguiente al equinoccio de otoño, y consideraría hasta el siguiente evento astronómico, el solsticio de invierno. Es decir, buscaría el punto intermedio entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. La suma sería:

9 días de septiembre (a partir del 22 que es el equinoccio de otoño)

31 días de octubre

30 días de noviembre

21 días de diciembre (hasta el solsticio de invierno (22 de diciembre

)

91 días, cuyo punto medio serían 46 días. Esto va un poco en armonía con lo explicado en la obra de Jesús Francisco Torres Martinez, pues acá serían 46 días posteriores al equinoccio, allá mencionaban 40 días. En este caso el Samhain caería el 7 de noviembre. Como vemos, bajo este enfoque tampoco el Samhain cae el 31 de octubre o el 1 de noviembre. Pero sí, en algún punto posterior del cambio de calendario luni-solar al juliano, Samhain se pasó al 31 de octubre.

El Martirologio de Oengus

Era un santo irlandés del siglo VIII d.C, que vivía en el Monasterio de Tallaght, llegó a escribir un poema que recogía el listado de santos en ese entonces, la obra se llamaba Feliré. De ese texto hay dos cosas interesantes: que el día de los santos se celebraba ya el 20 de abril, y que el Samhain ya se tenía el 1 de noviembre. Quiere decir, que ya los santos se celebraban de manera cristiana, y el samhain era una celebración pagana que no tenía relación con la cristiandad.

1 de noviembre

20 de abril

Es cierto y se alega que igual sucede en otras celebraciones, en donde unos viven el acontecer de una forma y otros de otra, como ocurre el día de San Judas o la Virgen del Carmen. Se dan excesos y desviaciones, pero no por ello se deja de celebrar. ¿Pero acaso es comparable una festividad católica mal celebrada por muchos, con una fiesta, simplemente una fiesta que se da el mismo día en que los satánicos hacen sus ritos? Es que bajo esta premisa, estamos igualando una celebración litúrgica con una fecha comercial, y no, no es lo mismo. No podemos engañarnos en que yo celebro el halloween sano aunque otros celebren el dañino, es que eso es caminar en camino estrecho y peligroso por lo cercano y la similitud de elementos que hay entre las dos formas.

Cuando se estudia la historia del Halloween en su introducción a Estados Unidos, es evidente que se remontan a las tradiciones irlandesas que trajeron los inmigrantes que huían de la gran hambruna, entre lo que podemos leer:

«A mediados de la década de 1800, casi dos millones de inmigrantes irlandeses que huían de la hambruna de la papa ayudaron a configurar Halloween en un evento aún más ampliamente celebrado. Los inmigrantes escoceses celebraban con fuegos artificiales, contando historias de fantasmas, jugando juegos y haciendo travesuras. Hubo juegos como menear las manzanas, tirar tenedores en las manzanas sin usar las manos, y Puicini, un juego de adivinación irlandesa usando platillos. A las mujeres jóvenes frecuentemente se les decía que si se sentaban en habitaciones oscuras y se miraban en un espejo, aparecería la cara de sus futuros esposos; sin embargo, si apareciera un cráneo, la pobre chica estaría destinada a morir antes de casarse. La observación inglesa del Día de Guy Fawkes el 5 de noviembre también se había entrelazado con Halloween. La mayoría de las bromas y travesuras eran obra de niños traviesos en lugar de espíritus como se creía» (Ver texto)

La celebración comercial fue teniendo cambios, si bien los disfraces y máscaras estaban, fue evolucionando. Veamos una foto de una celebración de Halloween en 1920 en Anoka, Minnesota, dónde se cree tuvo lugar la primera celebración en Estados Unidos. El auge que tomó se dio en parte por el incremento de los inmigrantes irlandeses y escoceses, sí, los descendientes de los celtas, por eso es que se vende que lo macabro de los ritos celtas, los trajeron estos europeos a América. Sin embargo, a inicios del siglo XX, eso no se ve.

Los satánicos ven en ese día, un día especial para invocar al diablo y por algo será. Si bien es algo moderno, del siglo XX, coincide en los días con el samhain celta de hace siglos, no en la fecha exacta porque nadie podría probar que el samhain era el 31 de octubre, de hecho debía ser días después; incluso no se trata de si se copiaron o no, pero la relación podría estar. En la página de la (Iglesia de Satán) son claros en afirmar lo siguiente:

Los niños (de todas las edades) pueden cumplir sus fantasías poniéndose trajes que les permitan jugar un rol intenso y liberar su esencia «demoníaca», partes de su personalidad, a menudo ocultas a sus amigos, compañeros de trabajo y familias….Esta noche, sonreímos a los exploradores aficionados de su propia oscuridad interior, pues sabemos que disfrutan de su breve inmersión en la piscina del «mundo de las sombras»

Pero ¿y qué? ¿No puedo hacer ahora nada ese día? Claro que sí, vivir de un modo diferente para contrarrestar precisamente eso, o más bien, vivirlo como se debe, como lo era en sus raíces cristianas la Víspera de todos los santos.

3. La forma

Lo que no nos damos cuenta es de lo siguiente. Se imaginan que en las bolsas de dulces en vez de poner un fantasmita tierno pusieran realmente un espectro con aspecto demoníaco? ¿O que los productos alimenticios que para esto época decoran con lindas brujitas pusieran realmente el aspecto que tienen estos seres que trabajan para el Diablo? No lo hacen porque asustarían a los niños. La estrategia es mostrarles de forma agradable algo tenebroso, con el fin de que el niño se vaya acostumbrando y le pierda el miedo y rechazo. Si no hay una formación cristiana, cuando van creciendo, son los que toman a son de burla ponerse una máscara de monstruo o decorar con calaveras, y como no disciernen, hasta jugar la ouija. La formación en familia es vital para entender el verdadero peligro que va más allá del dulce o el disfraz de superhéroe.

Para esos que no tuvieron bases cristianas, es la forma adulta de vivir algo que les inculcaron de niño. ¿Ya vemos como es la cosa? Los fantasmas, brujas, y espantos son parte del imaginario del hombre, sí, claro, pero el uso que se le da traspasó las fronteras de la literatura de épocas anteriores. Ya no estamos en los cuentos de los hermanos Grimm, ya estos elementos se fijaron al Halloween de HOY y así se le vende a la sociedad.

Entonces cuando en la casa se sienten manifestaciones raras por estar tomando como juego algunas prácticas el 31 de octubre, salen corriendo a buscar un sacerdote que se las bendiga, pero no reparan en decorar con elementos macabros y tenebrosos, mostrando cercanía y empatía y llegando a tomar como juego de la fecha, invocaciones, rezos y practicas contrarias. Ahí está el real peligro, en la línea que se diluye entre lo que es juego y lo que es real, para una familia sin formación cristiana.

Los disfraces en Halloween son más viejos que su vinculación al satanismo, que repito, no es anterior a finales de los años sesenta. Hay dos hechos evidentes que se dieron. Los disfraces se dan en la Edad Media, en Francia, hacia el siglo XV (bastante lejos del samhain) como parte del imaginario popular, que tomaba eso como una forma pintoresca de burlar la muerte, en medio de las representaciones de personajes disfrazados, llamada la danza de la muerte. Esto se hacía precisamente en medio de las celebraciones por el día de los difuntos.

Así mismo, esto se fue mezclando de algún modo con las celebraciones irlandesas, que se fueron fusionando y luego migrando a Estados Unidos. Como se ve, no hay aquí un intento de introducir ningún culto demoníaco, simplemente dentro de la reflexión sobre la muerte, representar las distintas vivencias. El folkore propio de los irlandeses le añadió los elementos supersticiosos del más allá, y así fue evolucionando a lo que es hoy.

4. La conciencia

Queda la pregunta de siempre, de si no lo hago con el fin de invocar al diablo sino con el fin de divertirme, ¿qué sucede? Lo mismo que con la tabla ouija, la invocación funciona con conciencia o sin conciencia, pues el objeto era invocar algo del más allá, lo que en su objeto es pecado. Esto es algo para precisar, pues para que algo sea pecado debo ser consciente de ello. La gente hace las cosas consciente, simplemente que concluyen libremente que no va a pasar nada. No es que la gente no esté advertida, sólo que creen que esto es un juego. No en todos sucede pero con las advertencias que hay ya es más difícil excusarse que no se sabe.

Es decir, un acto moralmente hablando se juzga por su objeto, el fin y las circunstancias. El Catecismo enseña:

Es, por tanto, erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando sólo la intención que los inspira o las circunstancias (ambiente, presión social, coacción o necesidad de obrar, etc.) que son su marco. Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está permitido hacer el mal para obtener un bien. (CIC 1756)

Si yo «inocentemente» me presto para una invocación para jugar a la ouija u otra de las ocurrencias que surgen en la versión comercial del Halloween, creyendo que como es sin mala intención no pasa nada, leamos bien este numeral. Es pecado y grave. Pero es igual de grave si sirvo de escándalo a otro o lo incito con mi ejemplo a caer. Aquí preciso bien en realizar actos que en sí son pecado. Por tanto, no por ponerse un disfraz sino por prestarse a actos que son objetivamente pecado, eso sí, que si un disfraz se coloca con el fin de cometer un acto pecaminoso, sí es pecado disfrazarse.

Los jóvenes hoy día por ejemplo sienten más curiosidad por lo oculto y esotérico, por cualquier cosa que se ponga de moda en internet, lo sienten un reto y a la vez un juego. Esto lo explicó el experto en satanismo, Carlo Climati, quien afirmó en 2011:

«En los últimos años los jóvenes han sufrido una especie de lavado de cerebro que los empuja a no tener miedo del mundo del ocultismo».

Entonces, disfrazan su no darle importancia a este tipo de juegos o prácticas, con el hecho de hacerlas para probarse que no pasará nada, y así se empujan poco a poco a la línea límite que ellos creen poder manejar. Halloween hoy día, repito, hoy día, se presta a esto en medio de toda una industria que lo que más busca es hacer dinero con el miedo y el horror.

5. El comercio

Consumer Spending on Halloween Expected to Dip This Year Due to COVID-19 - Marketing Charts

Halloween se potenció en Estados Unidos por el comercio. Halloween es una fuente de dinero muy lucrativa en dulces, disfraces, decoraciones, películas, lugares de diversión, etc. Esto que hace, que el ambiente ese día sea asociado a lo macabro, a lo tenebroso. Sí, hay una influencia medieval europea en donde la gente se disfrazaba para hacerle el quite a la muerte, y a forma burlesca hablar de la realidad de la muerte, pero de eso hoy no hay nada. Ya Halloween no es eso, es al contrario una oda a la muerte, en donde prima el miedo y se exalta lo oscuro. Halloween le hace el trabajo fácil al mal, al ambientar, anestesiar y relativizar la acción malina, algo que han advertido numerosos exorcistas. Ver caso narrado por el padre Fortea sobre posesión demoníaca por disfraz en Halloween

El hecho que Halloween sea un negocio lucrativo que genere billones de dólares en compras personales y decorativas en Estados Unidos muestra que es una fuerte influencia que seguirá estando en países que copian mucho de lo norteamericano.

6. ¿Qué hago?

Pues vivir esa fecha como la ha vivido siempre la Iglesia, en víspera a la fiesta de los Santos, la verdadera celebración. Debemos tomar conciencia y enseñar a nuestros hijos sobre ello. Un niño disfrazado creo no es presa del diablo ni nada de eso, pero será un niño propenso a crecer viendo de un modo cercano lo referente a brujas, vampiros, y calaveras, sino hay una formación cristiana en casa. Cuando sea adulto será más afín a las cosas del mal, es la realidad, porque es lo que el mundo hoy ofrece.

Los tiempos han cambiado, el mal se disfraza más sutilmente y qué forma más fácil para iniciar el acercamiento que haciéndolo con dulces y disfraces sobre brujas y fantasmas de forma «tierna». No es por el disfraz, sino la ambientación que sin bases cristianas empieza a permear la mente de un niño.

Muchos hablan de transformar el Halloween con disfraces de santos, o darle dulces a los niños en la Parroquia, pero lo mejor es volver a lo que fue realmente el Halloween católico: la víspera de los Santos. La solución no es competirle al Halloween secular el mismo día, la solución es vivir católicamente la fecha en lo que es como víspera.

Esta es mi opinión muy personal del tema, que de seguro tendrá gente que la vea bien como otras que no. De todo es posible encontrarse en este camino.

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