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¿El Purgatorio esta en la biblia?

Por Jesús Urones

DEFINICIÓN


Estado transitorio de purificación necesaria para aquellos que, habiendo muerto en gracia de Dios y teniendo segura su salvación, necesitan mayor purificación para llegar a la santidad necesaria para entrar en el cielo. Esta purificación es totalmente distinta al castigo del infierno. El purgatorio es doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820; 1580).

El purgatorio no es para la salvación de nadie, sino para la purificación de los que ya son salvos.

¿Qué es el Purgatorio según la Biblia? 

Estamos acostumbrados a pensar que el purgatorio es un lugar de fuego. Pero esto es un símbolo. A través de la historia varios teólogos han dicho que el fuego simboliza el amor de Dios y el dolor que sufre alguien cuando se convierte completamente al Señor: 

¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador. (Mal 3, 2) 

Este fuego del amor de Dios nos purifica de toda impureza cuando le permitimos acercarse a nosotros. Esta purificación es difícil. Es decir que cuando dejamos nuestro egoísmo nos cuesta y nos duele; cada uno de nosotros estamos acostumbrados a controlar algo de nuestra vida. Pero Dios quiere toda nuestra voluntad, quiere que seamos perfectos. 

Ahora, esta conversión es una lucha que nos cuesta, porque es dejar a Jesús ocupar el primer lugar. Y siempre hay un lugar en nuestro corazón que no queremos dar a Dios. Y mientras falte algo en nuestra conversión el amor de Dios no nos puede llenar completamente. El proceso de entregar todo al Señor es exigente. Ésta es la purificación de nuestro ser. Lo debemos hacer aquí en la Tierra como dice el Señor: 

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame (Mt 16, 24). El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí (Mt 10, 38). De cierto. de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto (Jn 12, 24). (Ver Mt 5, 48 y 1 P 1, 15-16). 

Acercarse completamente a Dios con toda su infinita gloria y majestad no es fácil. Isaías, uno de los hombres más justos, cuando experimentó la Santidad y grandeza de Dios exclamó: 

¡Ay de mi! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios… han visto is ojos al Rey, Yahvé… y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. 

Isaías fue purificado y limpiado por el fuego llevado del altar celestial. 
Dios es santo y nadie que muera con algo no santo en su corazón está listo para dejar su egoísmo y ver a Dios. Este sufrimiento por el fuego de amor, esta purificación del «yo» es dura: He aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará (Mal 4, 1). 

Si morimos con egoísmo, aunque somos perdonados e iremos al cielo, no estamos listos todavía para aceptar completamente la voluntad y el amor de Dios. La purificación que se requiere para «negarse a sí mismo» y entregarnos completamente a Dios, nos cuesta; es un Purgatorio. Puede ser en un instante, cuando aparecemos frente al fuego del amor de Dios o puede tomar tiempo si resistimos. 

Recuerda al joven rico del que la Biblia dice cumplió todo. Aun así cuando Jesús le pidió (un poco) más si quieres llegar a la perfección… (Mt 19, 21) el joven no lo podía dar. Todavía no podía entregar todo al Señor. Le faltó algo: purificarse de la atracción a las cosas que tenía para ser santo. La purificación está simbolizada por «el fuego» del Purgatorio. 

Y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía de él (Dn 7, 9-11). Vendrá nuestro Dios, y no callará; Fuego consumirá delante de él (Sal 50, 3). 

Y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios (1 R 18, 24). 
Elías fue llevado al cielo por medio del fuego dice Eclo 48, 1-10. 

Solamente los puros sin mancha pueden entrar en el cielo según el libro del Apocalipsis (21, 27). Pablo dice que Dios: habita en luz inaccesible (1 Ti 6, 16). Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio (Hab 1, 13). En la carta a los hebreos leemos: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Heb 12, 14). Tenemos que llegar a ser perfectos como Dios es perfecto (Mt 5, 48). No es fácil. La puerta es estrecha (Mt 7, 13). El rey David dijo que sólo los puros de corazón pueden subir al monte del Señor (Sal 24, 3-4). Este monte prefigura el cielo (Heb 12, 18-20 y Ap 14, 1). No significa que Dios es inaccesible. No. Jesús mismo se encarnó para estar con nosotros, pero lo que Él quiere es una entrega, un compromiso total. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios… son sin mancha delante del trono de Dios (Ap 14, 5). Son intachables.

¿Habla la Biblia de otro lugar además del cielo y del infierno? 

En el libro del Apocalipsis (20, 4-5 y 11) encontramos dos tipos de muertos. En el versículo 4 leemos: Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús (los mártires)… y vivieron y reinaron con Cristo por mil años. Esto es la primera resurrección, de los que fueron directamente al Cielo por derramar su sangre por Cristo. Después leemos: Pero los muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección (v. 5). Estos no tienen vida (Dios es vida), es decir no están en el Cielo con Él. Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros según sus obras…. y al Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago del fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (vv. 11-15). Vemos dos tipos de personas que son juzgadas según sus obras. No pueden ser los de vv 4-5 porque ellos ya están en el Cielo. Su «obra» era dar su vida por Cristo. No hay necesidad de juzgarles. Estos dos tipos que estaban en Hades (vv. 11-15). Además de significar el Infierno, Hades también es la palabra griega para el SHEOL del AT, y el Sheol no es infierno sino otro lugar. 

Ambos tipos de personas que salieron de Hades en Apocalipsis 20 son juzgados. Los del segundo lugar que tienen su nombre en el Libro de la vida. Van al Cielo porque sus obras fueron buenas. Los otros van al lago del fuego, que es el Infierno. 

Jesús habló de un pecado que no es perdonado ni en este mundo ni en el venidero (Mt 12, 32) Sugiere que hay otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Esto significa que en la otra vida hay pecados que sí se perdonan y otros que no se perdonan. Estos pecados que sí se perdonan en la otra vida ¿Dónde se perdonan?. ¿En el infierno? No puede ser por que en el infierno no hay redención. En el cielo tampoco, por que nada manchado entra allá (Apocalipsis 21, 27). Luego, debe un tercer lugar en la otra vida donde sí se perdonan. Hemos visto que Mateo dice: de cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante (5, 26). Esta «prisión» no puede ser el infierno porque nadie sale del infierno, tiene que ser otro lugar. 

El Purgatorio es el lugar al que fue Jesús a predicar a los espíritus encarcelados como el rey David, Isaac, y el profeta Jeremías (1 P 3, 19). Ellos no estaban en el cielo aún.

He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción (Is 48, 10. Ver Job 15, 34).

Hebreos 9 y 10, que citan los protestantes, no tienen nada que ver con refutar la doctrina del purgatorio. Estos textos tratan de que en el AT, el sacerdote judío entraba en el santísimo una vez al año. Estos sacerdotes tenían que volver a ofrecer cada año para renovar el sacrificio. Jesús entró en el Santuario (el cielo) de una vez para siempre para ofrecerse perpetuamente a sí mismo al Padre. Nada más. De hecho, estos textos prueban que la Misa Católica participa en este sacrificio celestial donde Jesús no muere pero sí se sacrifica. 

Después del perdón del pecado y de la pena eterna, hay una pena temporal merecida.

Unos piensan que si Dios nos perdona quiere decir que no puede haber satisfacción (penitencia) después de morir. Pero el perdonar no excluye necesariamente que haya satisfacción después. A veces la justicia, y el deseo de que la persona que cometió el error madure, la justifican. La Biblia misma nos muestra ejemplos: Aunque Dios había perdonado a Adán, le dio un castigo de padecer y morir (Gn 3, 17-19). Dios perdonó a los israelitas, pero tuvieron que recibir el castigo de no ver la Tierra Prometida (Nm 14, 20-23). Moisés fue castigado por su pecado aunque fue perdonado por Dios: No pudo entrar en la Tierra Prometida (Números 20, 12). David, habiéndose arrepentido de su doble pecado de adulterio y de homicidio, fue perdonado por Dios, y sin embargo, recibió su duro castigo: “El Señor ha perdonado tu pecado: mas por que has hecho blasfemar a los enemigos del Señor, morirá el hijo que te ha nacido.” (2 Samuel 12, 14).

Objeción: Dice Isaías 53, 4 hablando de Cristo: “Él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores”. Luego, si Cristo sufrió y llevó todo, nada queda al cristiano que sufrir.

Si esta interpretación fuese verdadera, ¿cómo enseña san Pablo que “por muchas tribulaciones hemos de entrar en el Reino de Dios?” (Hechos 14, 21)

Por que Cristo lo hizo todo y sufrió todo, ¿serán inútiles las prácticas que nos manda el Evangelio, por ejemplo, el ayuno? (Mateo 6, 16-18; 9, 14-15; 18, 21; Hechos 13, 2; 14, 22; 2 Corintios 6, 5; 11, 27)

Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, … sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo… (1 P 4, 12-13). 

¿Por qué sufrir, si el sufrimiento de Jesús fue completo en la Cruz? Sí lo fue. Es exactamente porque padeció Jesús en la Cruz que tenemos que sufrir. Somos imitadores de Cristo. Revivimos la vida de Jesús en la Tierra. Esto incluye sus sufrimientos: me gozo en lo que padezco por vosotros, cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo que es la iglesia (Col 1, 24). No es porque Cristo no sufrió bastante, sino porque su vida está en nosotros. Y si no padecemos por amor en esta tierra, tendremos que padecer en la próxima: Quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado (1 P 4, 1). 

Los protestantes piensan que la doctrina del purgatorio disminuye la gracia salvadora de Cristo. Pero no es cierto. El enfoque no está tanto en el poder salvador de Dios, sino en nuestra respuesta a Él como seres libres. 

El purgatorio es simplemente la etapa final de la santificación. 

El purgatorio es la etapa final de la santificación. Los protestantes creen en la santificación aunque su significado es generalmente muy nebuloso e incierto. ¿Qué hace que uno piense que la muerte de alguna manera lo hace inmediatamente santo, santificado, aunque pudo haberse acercado a la muerte lleno de egoísmo, de pensamientos malvados, de la avaricia, y del miedo? El purgatorio es la etapa final del santificación, la santificación sin la cual nadie verá a Dios (Heb 12:14). «Nunca entrará en ella nada impuro, ni los idólatras ni los farsantes, sino sólo aquellos que tienen su nombre escrito en el libro de la vida, el libro del Cordero” (Apocalipsis 21:27). 

San Pablo nos dice, “Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna” (Romanos 6:22). La santificación viene después de la absolución de los pecados. El resultado de la santificación es la vida eterna. El autor de la carta a los Hebreos nos dice como esta santificación ocurre: “En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad” (Hebreos 12:10). 

Si el proceso de la santidad no se ha terminado en la tierra, si nosotros todavía estamos llenos de egoísmo y amor propio, Dios, en su infinita misericordia, continua este proceso luego de nuestra muerte para que podamos un día gozar de su gloria.

No es un pago lo que se da en el purgatorio. Es una purificación. Y sin el sacrificio de Cristo en la cruz, de nada valdría esa purificación. Pero Pablo lo explica muy bien en 1ª Corintios 3,15 .Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. Es claro que habrá salvos que necesiten pasar por el fuego purificador de Dios. El fuego de Dios devora a sus adversarios El fuego de Dios purifica a sus hijos. Por el sacrificio de Cristo nosotros podemos ser purificados por el fuego santo de Dios para así poder entrar en su presencia. 

Sin el sacrificio de Cristo ese mismo fuego nos destruiría. Por tanto, la idea del purgatorio no sólo no se opone a la suficiencia del sacrificio de Cristo sino que muestra uno de sus frutos más maravillosos: el de la acción en favor de los que han creído en Cristo del divino fuego purificador en vez de destructor.

FUNDAMENTO BÍBLICO

La doctrina de la Iglesia sobre el Purgatorio encuentra fundamento en la Biblia, cuando esta se sabe interpretar correctamente. Basta con dar las evidencias bíblicas a favor de la doctrina del purgatorio.

a) 2 Macabeos 12, 43ss. 

«Y habiendo recogido dos mil dracmas por una colecta, los envió (Judas Macabeo) a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy bien y pensando noblemente de la resurrección, porque esperaba que resucitarían los caídos, considerando que a los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa; por eso oraba por los difuntos, para que fueran librados de su pecado».

Para la exégesis de la perícopa conviene advertir los siguientes elementos:

1) El autor inspirado alaba no sólo la acción, sino la persuasión de judas («obrando muy bien y pensando noblemente de la resurrección»), lo que no podría hacer si el modo de pensar de judas fuera falso.

2) Los elementos esenciales de ese modo de pensar son: A) que aquellos difuntos no han muerto en estado de condenación o enemistad con Dios («considerando que a los que habían muerto piadosamente está reservada una magnífica recompensa»); B) sin embargo, algo les falta todavía, de lo cual deben ser librados («para que fueran librados de su pecado»); C) todo ello se hace en orden a la resurrección para que en ella reciban la misma suerte que los demás judíos piadosos. 
El texto del 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte.

Este libro es citado por Inocencio I en su Carta a Exuperio y San Agustin en su libro 18 de la ciudad de Dios capitulo 36. San Agustin lo vuelve a citar en De doctrina Cristiana I .2 c.8.

b) Mateo 12, 32:

“El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro”. 

Sugiere que hay otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Esto significa que en la otra vida hay pecados que sí se perdonan y otros que no se perdonan. Estos pecados que sí se perdonan en la otra vida ¿Dónde se perdonan?. ¿En el infierno? No puede ser por que en el infierno no hay redención. En el cielo tampoco, por que nada manchado entra allá (Apocalipsis 21, 27). Luego, debe un tercer lugar en la otra vida donde sí se perdonan.

Esta cita los padres de la Iglesia la usaron para probar el purgatorio. San Agustin en Ciudad de Dios 21:24,  San Gregorio Magno Diálogos 4:39, San Beda en Comentario sobre Marcos 3.

c) Mateo 18,34 

En la parábola del oficial del rey que se rehusó a perdonar una pequeña deuda que le debían, aún cuando su amo le perdonó primero una deuda mucho más grande que tenía con él, «su señor, muy enojado, lo entregó para que lo castigaran hasta que pagara toda la deuda.» 
Jesús obviamente habla de manera simbólica, porque nadie puede ganar dinero para pagar una deuda monetaria estando en prisión. Al dar esta enseñanza sobre la necesidad de perdonar a otros, Nuestro Señor se está refiriendo, de hecho, al Purgatorio.

d) Mateo 5, 25, 26. Lucas 12,58-59

“Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo”.

En este pasaje Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo. En esta parábola, Dios es el juez, y si no nos hemos reconciliado con nuestro prójimo antes de ver a Dios, Dios nos pedirá cuentas por el mal que les hicimos. 

Este texto es prueba del purgatorio, y es citado para probarlo por los santos padres: Tertuliano en De anima c.58, San Cipriano en Epistola 52:20, Orígenes en Homilia 35 sobre Lucas 12. San Jerónimo en Mateo c,5, San Ambrosio en Comentario sobre Lucas 12.

e) Después del pecado de Adán, las puertas del Cielo fueron cerradas y nadie fue permitido a entrar (Juan 3,13) hasta que Jesucristo redimió la raza humana y abrió las puertas una vez más. ¿Dónde estuvieron los espíritus de Moisés y Elías, quienes aparecieron y hablaron con Jesús en la transfiguración? (Mateo 17,3) No podían haber estado en el Cielo puesto que estaba cerrado, y ellos habrían estado perdidos si hubieran estado en el infierno. Tenían que haber estado en un tercer lugar. Si hubo un tercer lugar entonces, ¿porqué no lo hay ahora?

f) 1Corintios 3,11-15. 

«Pues nadie puede poner otro fundamento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. Mas si uno edifica sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se pondrá de manifiesto; porque el día lo descubrirá, por cuanto en fuego se ha de revelar; y qué tal sea la obra de cada uno, el fuego mismo lo aquilatará. Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá recompensa; si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento; él sí se salvará, aunque así como a través del fuego». 

Será necesario advertir de nuevo que no se trata de buscar en este texto la idea desarrollada de purgatorio, sino su núcleo esencial. El texto trata del caso concreto de los obreros apostólicos, pero a propósito de ellos expone una doctrina de sumo interés:

1) Se trata de hombres que han edificado sobre el fundamento, que es Cristo, cosas de mayor o menor valor (v. 12), no de hombres que hayan rechazado ese fundamento como punto de partida de su construcción y trabajo.

2) El día del juicio se pondrá de manifiesto el valor de le que cada uno de ellos ha edificado (v. 13); el «fuego» de que se habla dos veces en este v. 13 no es el fuego del purgatorio, sino una imagen del juicio divino (adviértase que se ejercita no sólo sobre las materias deleznables, que no lo resisten y se incendian, sino también sobre las sólidas que lo resisten).

3) «Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá [el que edificó tal obra] recompensa»; se trata, por tanto, de la hipótesis de premio inmediato, porque la obra era sólida y ha resistido el juicio divino.

4) «Si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento»; el sujeto de «sufrirá detrimento» no es la obra que se abrasa, sino el que la edificó; la expresión «sufrirá detrimento» (v.15) se opone al «recibirá recompensa» del versículo anterior, y añade algo nuevo a la frase que le precede inmediatamente, «si la obra de uno quedare abrasada»; en otras palabras, el «sufrirá detrimento» no se reduce a que el operario apostólico ve cómo su obra se destruye, sino que implica una pena (en oposición a la recompensa).

5) Todo ello es más claro si se atiende a la metáfora final: «él sí sé salvará, aunque así como a través del fuego» (v.15); el detrimento que sufrirá no es tal que implique no salvarse; se salvará, pero con dificultad y angustia (de nuevo el fuego no es aquí el fuego del purgatorio, sino una imagen de situación angustiosa): «ellos serán salvados, pero no sin dolor y sin angustia, como se salvan a través de las llamas las gentes sorprendidas por un incendio repentino».

6) El fundamento nadie lo puede cambiar; ya está puesto y es Cristo Jesús. Pero, con estos cimientos, si uno construye con oro, otro con plata o piedras preciosas, o con madera, caña o paja, la obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer porque en el fuego todo se descubrirá. El fuego probará la obra de cada cual: si su obra resiste el fuego, será premiado; pero, si es obra que se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará, pero como quien pasa por el fuego».
De manera que hay un fuego después de la muerte que, diferente al del infierno, es temporal. El alma que por allí pasa se salvará. A ese estado de purgación le llamamos el «purgatorio».

Citado como argumento a favor del purgatorio por San Cipriano en Epístola 52:20,San Ambrosio en Comentario Salmo 116, Sermón 20, San Jerónimo en comentario Amós cap.4, San Gregorio Magno Dialogos 4:39 y Orígenes en Hom. in Ex. 4 .

g) 1 Corintios 15,29:

«De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos?» 

La palabra «bautismo» es utilizada aquí como una metáfora para expresar sufrimiento o penitencia (Mc 10,38-39; Lc 3,16; 12,50). Pablo escribe sobre una práctica entre los cristianos de «bautizarse» por los difuntos. El no la condena, si no que la exalta como válida porque demuestra fe en la resurrección.

Comparar 1 Corintios 15, 29 con 2 Macabeos 12, 44 y se verá la similitud. 

h) Filipenses 2,10 

«para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los abismos…» 

Comentario: «en los abismos» puede entenderse como una referencia al Purgatorio, cuyos habitantes, a diferencia de los del Infierno, mantienen su fidelidad a Cristo. 

i) 2 Timoteo 1, 16-18

“Que el Señor derrame su misericordia sobre la casa de Onesíforo; quien muchas veces me confortó y no se avergonzó de mis cadenas. Antes bien, luego que llegó a Roma, me buscó con gran solicitud hasta que me encontró. Que el Señor le de el hallar misericordia cerca del Señor en aquel día. Tú sabes mejor que nadie todos los servicios que me hizo en Efeso”.
Teniendo en cuenta que 1) san Pablo escribió esta carta en Roma; 2) que el apóstol habla de Onesíforo en tiempo pasado y hace recuerdo de él como quien ha muerto; 3) que distingue la oración por Onesífono de la oración de su familia; 4) que al final de la carta (4,19) saluda a la familia de Onesíforo y no al mismo Onesíforo, a pesar de que por el contexto se ve que éste no estaba en Roma, se deduce que dicho piadoso varón ya había fallecido cuando escribía el apóstol a Timoteo.

San Pablo oró por su querido amigo Onesíforo en 2 Timoteo 1:18, 
«Concédale el Señor encontrar misericordia ante el Señor aquel Día.» 
¿Para qué oraría Pablo por el muerto si pensara que su amigo estaba en el cielo o en el infierno?

j) 1 Pedro 3:19

“Y Él fue a pregonar a los espíritus que estaban en la prisión”.
Cristo predicó a los espíritus en prisión. ¿Cuales espíritus? ¿Cual prisión? 
La prisión no puede significar Cielo, y las almas en el infierno están perdidas para siempre. La prisión debe significar un tercer lugar. 

k) 1 Pedro 4,6 , 

«la Buena Nueva fue anunciada «hasta a los muertos»
De nuevo, ¿quienes eran estos muertos? 

Hebreos 12,23 » y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación.» 

l) Judas 23 

«a unos, salvadlos arrancándolos del fuego…» 

Comentario: Sólo Cristo puede salvar a la gente del fuego del Infierno, pero nuestras oraciones y sufragios pueden ayudar a quienes sufren en el Purgatorio. 

m) Apocalipsis 6:9-11

«Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar, con vida, a los degollados por anunciar la palabra de Dios y por haber dado el testimonio debido. Y gritaban con fuerte voz, diciendo: «Señor, que eres santo y siempre dices la verdad, ¿cuándo nos harás justicia y vengarás la muerte sangrienta que nos dieron los habitantes de la tierra?» Se les entregó entonces un vestido blanco a cada uno y se les dijo que esperaran todavía un poco…» 

Comentario: Incluso las personas justas pueden necesitar purificarse de ciertas faltas, tales como el deseo de venganza (que es contrario a la enseñanza de Cristo del perdón). El hecho de que estas personas estén debajo del altar indica que aún no han alcanzado una membresía plena del Reino. 

Es razonable deducir que si Dios es perfecto, entonces el Cielo tiene que ser un lugar perfecto donde nada imperfecto puede entrar (Apocalipsis 21:27). DIOS no se unirá a Si mismo a nada sucio. 

n) Proverbios 17:3

«Crisol para la plata, horno para el oro; los corazones, el Señor mismo los prueba.»

ñ) Isaías 6,5-7 

«…¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahvé Sebaot han visto mis ojos!». Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.» 

¿Que podría significar esto que no sea la purgación de los pecados a través del fuego? 

o) Zacarias 13,7-9 

«…¡Despierta, espada, contra mi pastor, y contra el hombre de mi compañía!, oráculo de Yahvé Sebaot. ¡Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeños! Y sucederá en toda esta tierra – oráculo de Yahvé – que dos tercios serán en ella exterminados (perecerán) y el otro tercio quedará en ella. Yo meteré en el fuego este tercio: los purgaré como se purga la plata y los probaré como se prueba el oro. Invocará él mi nombre y yo le responderé; diré: «¡El es mi pueblo!» y él dirá: «¡El Señor es mi Dios!».» 

p) Malaquias 3,2-3

“¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero. Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para el Señor los que presentan la oblación en justicia.
Este texto es citado para apoyar la doctrina del purgatorio por Orígenes en  Hom. 6 en Éxodo, San Ambrosio en PS 36,  San Agustin en  Ciudad de Dios lib. 20 cap 25.

q) Salmo 66:12

66:12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Y nos sacaste a abundancia.

Este versículo es citado para apoyar la doctrina del purgatorio por Orígenes en Homilia sobre los Números 25 y por  San Ambrosio en PS 36, Sermon 3 en PS 118.

r) Lucas 16:9

16:9 Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas

 Citado por San Agustin Ciudad de Dios 12:27.

s) Zacarias 9:11

Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua

Citado por San Agustin como prueba del purgatorio, donde estaban los espíritus a los que Cristo liberó. Epistola 99 Ad Evodium.

Dios les Bendiga

Fuentes:

Manual de Teologia Dogmática- Ludwing Ott

Meditaciones Sobre la Iglesia-San Francisco de Sales.

Teologia Dogmática-Michael Schmaus.

Diccionario de Teologia Dogmática- Antonio Piolanti.

Dictionnaire de  Théologie Catholique.

http://www.apologeticacatolica.org/Masalla/IndiceMasAlla.htm

http://foro.catholic.net/

http://socrates58.blogspot.com.es/

http://apologeticauniversal.blogspot.com.es/2009/10/1.html

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