Quiero compartir algunas reflexiones que he escrito anteriormente en Facebook, agrupándolas para mejor estudio.
Las cosas sagradas
La Inmaculada Concepción es algo que cuesta entender a los no católicos. Parece sin sentido que Dios Padre escogiera para su Hijo, una mujer santa e inmaculada. En dado caso, muy bien Dios es Todopoderoso para haber preservado a Jesús de contaminarse de pecado, si su madre lo hubiera sido.
Sin embargo, cuando leemos cómo el Señor actuó con su pueblo, en algo tan fundamental como fue el Sacerdocio levítico, queda más que claro que era honroso y digno para Jesús que su madre fuera inmaculada.
Cuando el Señor entregó las instrucciones a Moisés de cómo elaborar lo referente al culto expone:
«Harás para Aarón, tu hermano, vestiduras sagradas, que le den majestad y esplendor» (Ex 28, 2)
Habla el Señor de vestiduras «sagradas» para dar majestad y esplendor. ¿Una vestidura da majestad?
Luego al consagrar a Aarón dice:
«Tomarás luego sangre de la que está sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y sus vestiduras, a sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y sus vestiduras y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos.» (Ex 29, 21)
¿Consagrar una vestidura? Pues el Señor lo pide.
Si el Señor pide elaborar vestiduras sagradas y las manda a consagrar, para que el sacerdote pueda ejercer su misión, ¿Cómo el vientre en que estaría el Hijo de Dios, sería un vientre pecador?
Si las vestiduras eran tan importantes para llamarlas sagradas y consagrarlas, cuánto más la mujer que daría a luz en la carne, al Hijo de Dios.
El Señor mandó a consagrar las vestiduras con la misma sangre que consagraban a Aarón, así de la misma forma, María fue preservada inmune de toda mancha de pecado con la misma sangre redentora que a nosotros nos redime.
Y siguiendo, el oleo de la unción era capaz de consagrar todo utensilio e incluso el altar de los Holocaustos, en total, todo lo que tocare:
«Con él ungirás la Tienda del Encuentro y el arca del Testimonio, la mesa con todos sus utensilios, el candelabro con todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto con todos sus utensilios y la pila con su base. Así los consagrarás y serán cosa sacratísima. TODO cuanto los toque quedará santificado.» (Ex 30, 26-29)
¿Un aceite capaz de santificar lo que toque? ¿Acaso no es más el Hijo de Dios, que algunos creen permanecería en un vientre impuro y pecador?
Ese aceite de unción no se podía derramar sobre nadie más, y era castigado quien lo hiciera. De la misma forma, la gracia divina de hacer inmaculada a María, se dio en virtud de su papel de Madre. Nadie más ha recibido esa gracia:
«No debe derramarse sobre el cuerpo de ningún hombre; no haréis ningún otro de composición parecida a la suya. Santo es y lo tendréis por cosa sagrada.» (Ex 30, 32)
Una lectura sincera y honesta, nos permite ver que para algunos tristemente un utensilio de la Antigua Alianza tenía más pureza y valor que la misma madre de Dios Hijo.
El saludo del Ángel
Cuando el Ángel saluda a María la llama «kejaritomene», término que San Jerónimo tradujo como «llena de gracia». Este término es pilar para comprender el dogma de la Inmaculada Concepción.
«Kejaritomene» es un participio pasivo perfecto, del verbo charito (agraciar). Vamos por partes:
– participio quiere decir que funciona como adjetivo verbal Podría decirse que equivale en español a la terminación ada o ado. Por ejemplo, es diferente decir: estás acabado, a decir: he acabado el trabajo.
– pasivo quiere decir que del sujeto que se menciona recibe la acción del verbo, es decir, la acción recae sobre él. En el caso de la Virgen, la gracia recae sobre ella.
Se utiliza la terminación «mene» para femenino y «meno» para masculino, cuando es singular nominativo.
– perfecto porque la acción está completada pero su efecto permanece, y se nota por el prefijo «ke», ya que cuando el verbo empieza por una consonante aspirada, como en el caso de charis, que en griego empieza con la letra χ, se agrega el prefijo ke, según la Ley de Grassmann. Esto para el tiempo perfecto.
Quiere decir que kejaritomene entonces, es una gracia que ha sido dada a María y cuyo efecto no ha cesado. Con razón, María se turba al escuchar semejante saludo, a quien jamás antes se le había dado.
Sin embargo, algunos no católicos alegan que en Eclo 18, 17 se usa también la expresión kejaritomeno, sin que esto se relacione con inmaculada concepción:
οὐκ ἰδοὺ λόγος ὑπὲρ δόμα ἀγαθόν καὶ ἀμφότερα παρὰ ἀνδρὶ κεχαριτωμένῳ
Que traduce:
¿No ves que la palabra es más que un buen presente? Pues el hombre dadivoso une los dos.
En este caso, dadivoso traduce del griego kejaritomeno. El argumento es que no se deduce que ese hombre sea inmaculado, pero es que aquí no se refieren a alguien en particular sino que se refiere a un adjetivo simplemente. La distinción es clara:
Alégrate, llena de gracia.…… está identificando a María como llena de gracia
hombre dadivoso…….. está mostrando una cualidad, que es ser dadivoso.
No podemos sustentar que Lc 1, 28 enseñe la Inmaculada Concepción, pero la respalda fuertemente cuando se lee a la luz de Rom 6:
Que el pecado no tenga más dominio sobre ustedes, ya que no están sometidos a la Ley, sino a la gracia (Rom 6, 14)
Si la gracia no permite que el pecado nos domine, ¿Cómo podía dominar a quien fue llena plenamente de la gracia divina, de una forma única y permanente?
La consagración de David
El dogma de la Inmaculada Concepción enseña que la Virgen María fue preservada de ser tocada por el pecado, en atención a su papel de madre, aplicándole los méritos de Cristo.
¿Pero los méritos de Cristo no se nos consiguieron en la Cruz? ¿Cómo así que se le aplicaron a María antes de tiempo?
Esto confunde a algunos, pero es algo que es conforme al actuar de Dios. Si el Señor necesita anticipar algo, lo hace. Es soberano. Veamos un ejemplo bíblico:
Cuando el pueblo de Israel pidió un rey, muy a pesar el Señor se los concedió dándole a Saul como primer rey, al que se debía ungir con aceite:
«Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl, y después le besó diciendo: «¿No es Yahveh quien te ha ungido como jefe de su pueblo Israel? Tú regirás al pueblo de Yahveh y le librarás de la mano de los enemigos que le rodean. Y ésta será para ti la señal de que Yahveh te ha ungido como caudillo de su heredad.» (1 Sam 1, 10)
La unción con aceite se hacía con los reyes de Israel, pero vemos posteriormente que Dios manda a Samuel a que haga lo mismo con David cuando aun no había sido constituido rey, porque ya Saúl había fallado. Y esto es lo interesante, ungieron a David antes de tiempo.
«Dijo Yahveh a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.»» (1 Sam 16, 1)
El Señor ha escogido a David para que sea rey, y pide a Samuel que lo unja, pero aun no será el tiempo de ser rey, sin embargo se anticipa y el Señor le da unción de forma anticipada:
«Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo Yahveh: «Levántate y úngelo, porque éste es.» Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahveh. Samuel se levantó y se fue a Ramá.» (1 Sam 16, 12-13)
Cuando se da la pelea con Goliat, Saul como rey le da sus vestiduras a David, pero David no las utiliza. Posteriormente, David es coronado rey y vuelve a ser ungido:
«Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel donde el rey, a Hebrón. El rey David hizo un pacto con ellos en Hebrón, en presencia de Yahveh, y ungieron a David como rey de Israel.» (2 Sam 5, 3)
David fue ungido rey antes de serlo en firme. A María se le aplican de manera anticipada los méritos ganados en la Cruz.
Podemos por tanto tratar de usar este ejemplo para comprender, sin ser preciso, que María fue redimida en atención a la misión que tendría: ser la madre de Dios. De esa forma, el Señor la preservó inmune de toda mancha de pecado en atención de los méritos de su Hijo.
David fue ungido tiempo antes de ser rey, pero ya había sido escogido. María fue preservada de toda mancha, tiempo antes de la Redención de Cristo, porque había sido escogida; el ángel no le dijo en la Anunciación que hallaría en futuro la gracia, sino que le habla en presente.
La enemistad con la mujer
Respecto a la Inmaculada, una de las ideas que nos cuestionan es que si María debía ser pura para no transmitirle pecado a Jesús, también debía serlo la mama de María y así, toda su ascendencia. Esto como para derribar la idea de la necesidad de que sólo María fuera inmaculada.
Pues al respecto debemos notar cual fue bien la sentencia dada por el Señor en Gen 3, 15:
«Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.»
Es evidente que la mujer mencionada en el verso 15 no puede ser Eva pues tentada ha caído y ha quedado dominada por el pecado. Esa mujer es pues María, quien da a luz a quien vence a la serpiente (Jesús). Por tanto, la enemistad no está dada para la mamá de la mujer, ni para la abuela, sino para la mujer, y sólo a partir de ella. La enemistad es entre ella y Satanás, y entre su descendencia y la de él (aunque satanás no tiene descendencia, es su actuar perenne en los malos). Por eso es absurdo asumir que la mamá de la Virgen también debía ser inmaculada.
Si esto no fuera así, como enseñó Pio XII se hubiera dado servidumbre al pecado:
«Pero si la Santísima Virgen María, por estar manchada en el instante de su concepción con el pecado original, hubiera quedado privada de la divina gracia en algún momento, en este mismo, aunque brevísimo espacio de tiempo, no hubiera reinado entre ella y la serpiente aquélla sempiterna enemistad de que se habla desde la tradición primitiva hasta la definición solemne de la Inmaculada Concepción, sino que más bien hubiera habido alguna servidumbre» (Fulgens Corona)
La única forma de mantener la enemistad era mantener la gracia SIEMPRE.
La acción de Dios se da en María, por ser ella quien daría a luz a Jesús, y el Señor sobre ella es que hace recaer su bendición y amparo. Ya decía San Pablo:
«Él los mantendrá firmes hasta el fin, para que sean irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Porque Dios es fiel, y él los llamó a vivir en comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor» (1 Cor 1, 8)
Y eso hizo el Señor, que si prometió mantenernos firmes, cuánto más a la madre de su Hijo, a quien escogió como seno purísimo para encarnar a su Hijo.
Igualmente el apóstol San Judas expone en su carta:
«A aquel que puede preservarlos de toda caída y hacerlos comparecer sin mancha y con alegría en la presencia de su gloria» (Jd 1, 24)
Como vemos, Dios puede preservarnos de toda caída y presentarnos puro. Pues esa potestad la cumple en María en honor y sólo en honor a que sería la madre de su Hijo.
El arca de la Alianza
El paralelo es impresionante y muy enriquecedor; aquí es importante notar que no solo son circunstancias accidentales o coincidencias. Desde la misma finalidad del Arca, podemos comprender que es tipo de María. El texto de Apocalipsis es revelador, visto en su integridad y no según la división en capítulos actual:
Se abrió entonces el Santuario de Dios en el cielo, y apareció allí el arca de su alianza. Y se produjeron relámpagos, estruendo y truenos, temblor de tierra y fuerte granizada. Apareció en el cielo un signo sorprendente: una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y tocada con una corona de doce estrellas (Ap 11, 19; 12, 1)
Como podemos notar, San Juan en su visión ve el Santuario de Dios y aparece el Arca de la Alianza. Luego del arca se escuchan relámpagos, truenos y temblores. Este tipo de signos denotan presencia de Dios, así lo podemos ver en el Éxodo:
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Entonces Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yahveh había descendido sobre él en el fuego. Subía el humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. (Ex 19, 16-18)
San Juan quiere que el lector reconozca en esa visión, la presencia misma de Dios entre la aparición del Arca y el signo de la mujer. Ya el Arca en el cielo no contiene nada de lo que contenía en la tierra, pero la presencia de Dios está, y justo después aparece el signo de la Mujer esperando dar a luz a su Hijo. En esta mujer podemos reconocer tanto al pueblo de Israel, como a María y la Iglesia. Esta triple presencia en la figura de la Mujer permite no excluir una sobre otra; es lo que ha ocurrido con interpretaciones en un sólo sentido, que intentan excluir a toda costa la presencia de María.
Primeramente vamos a recordar cómo era el Arca de la Alianza y qué características pidió Dios a Moisés cuando se la manda a construir. El Arca era de madera acacia, la misma que se usó en otros elementos sagrados. A la madera de acacia se le designa como, «madera incorruptible», en los Setenta, detalle que resulta interesante, sobre todo de cara al antitipo del Arca, María.
Harás un arca de madera de acacia de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y codo y medio de alto.
La revestirás de oro puro; por dentro y por fuera la revestirás; y además pondrás en su derredor una moldura de oro.
Fundirás para ella cuatro anillas de oro, que pondrás en sus cuatro pies, dos anillas a un costado, y dos anillas al otro.
Harás también varales de madera de acacia, que revestirás de oro
Como vemos se puede apreciar, el Arca era de una madera incorruptible y estaba revestida de oro por dentro y por fuera. Dios mismo cuando elige la forma en que se construya un objeto material donde se guardaran elementos del culto a Dios lo pedirá en la mejor madera y revestidas de oro. Podríamos decir que para Dios siempre lo mejor. Y es algo que se deduce por lo que Dios manifiesta que hará sobre el Arca:
Pondrás el propiciatorio encima del arca; y pondrás dentro del arca el Testimonio que yo te daré.
Allí me encontraré contigo; desde encima del propiciatorio, de en medio de los dos querubines colocados sobre el arca del Testimonio, te comunicaré todo lo que haya de ordenarte para los israelitas. (Ex 25, 21-22)
El Arca no era entonces un mero adorno o un signo cualquiera, era realmente el objeto de culto más preciado para el pueblo de Israel. Como nos dice la Jewish Virtual Library:
Espiritualmente, el Arca era la manifestación de la presencia física de Dios en la tierra (la Shekhina). Cuando Salomón terminó de construir el Templo, el arca fue colocada en el Santo de los Santos, es decir el lugar más sagrado:
Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa —el Santo de los santos— bajo las alas de los querubines. (1 Re 8, 6)
Una vez la introducen, la gloria del Señor llenó la casa:
Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor, de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa (1 Re 8, 10-11)
Cuando alguien alega que María no necesitaba ser inmaculada porque Dios Padre podía preservar a Cristo aun en un vientre pecador, surge la pregunta de ¿por qué el Arca no era de cualquier madera corruptible, si igual Dios podía preservar su santidad aun en un arca así?
Así como al Arca no la iban a pintar de oro por dentro y por fuera usando una madera corruptible, tampoco Dios iba a dejar al Verbo encarnarse en un vientre pecador. ¿Y si Moisés no pudo pisar suelo santo, por qué Cristo nacería en un vientre impuro?
La Inmaculada Concepción es para la gloria de Cristo.