Por la red salió un escrito acusando a la Santísima Virgen María de pecadora, aludiendo a:
Argumento 1: María es pecadora porque llamó a Dios «su salvador»
La frase exacta fue:
“La Biblia dice que ella llama a Dios su Salvador, y lo hace porque ella pecó”
Posteriormente, hace mención que el nombre de Jesús indica que Él salvaría a su pueblo de sus pecados, por tanto en esa línea, María está reconociendo que ella también es pecadora:
“El pasaje paralelo de Lucas nos aclara que la salvación de la que se habla es de los pecados, ya que en Mateo se dice: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). Como puede notar, la salvación de María es mencionada en este mismo sentido, no de otra forma”
Estamos aquí ante la falacia conocida como la afirmación del consecuente. La falacia de la afirmación del consecuente se basa en dos premisas verdaderas pero que no tienen por qué estar relacionadas para dar una afirmación gratuita, que no fue probada previamente.
En nuestro caso de estudio, la falacia se construyó así:
- María llama a Dios su Salvador
- Jesús es llamado Salvador porque salvaría al pueblo de sus pecados
- Por tanto María es pecadora
La conclusión no es posible derivarla de las dos premisas (verdaderas), porque erróneamente se asume que la única forma de llamar a Dios como “Salvador” es desde la posición de pecador, la cual tendría María. Veamos un ejemplo adicional de esta falacia:
- Los domingos hay mucho tráfico
- Hoy hay mucho tráfico
- Hoy es domingo
Las premisas son verdaderas, pero no puede asumirse que la conclusión sea correcta.
Pondré un ejemplo desde otra óptica para que entendamos lo erróneo del argumento expuesto. En la Sagrada Escritura, Dios es dado a salvar al justo del enemigo desde dos posturas: librarlo de caer en sus manos, o rescatarlo de sus manos. En ambos casos, Dios es el salvador, pero su accionar es diferente. Veamos:
No me entregaste en mano del enemigo; pusiste mis pies en lugar espacioso. (Sal 31, 8 RV 1960)
El Señor me sacó del pozo de la destrucción; me sacó del barro y del lodo. Me puso los pies en la roca, en tierra firme, donde puedo andar con seguridad. (Sal 40, 2 RV 1960)
El Señor por tanto actúa de dos maneras para colocar al justo en lugar seguro y en ambos casos es el salvador, evitando caer en mano enemiga o sacándolo de ahí. Decir: «Dios me salvó» puede significar que me evitó caer en manos del enemigo o rescatarme de manos del enemigo. No se puede asumir que afirmar que Dios nos puso en tierra firme es porque estábamos en manos enemigas.
Para el caso de María Santísima, llamar a Dios su Salvador no es de facto porque esté dominada por el pecado, pues puede ser también que Dios la ha librado de caer en manos del pecado (como sostenemos), y siendo así, es su Salvador igual pero no por ello dar por hecho que es una pecadora, como hace el autor del argumento, que de paso cae en señalamientos tan fuera de lugar como que su mama es mejor madre que la Virgen María.
Dice el Señor en su carta a San Judas:
Dios es capaz de cuidarnos para que no caigamos, y puede también hacernos entrar a su presencia gloriosa con gran alegría y sin falta alguna. Él es el único Dios y Salvador nuestro (Jd 1, 24-25)
Si Dios es capaz de hacerlo en nosotros, cuánto más en María en virtud de la misión encomendada, que es muy superior a la de cualquiera del más santo justo sobre la tierra. De esta forma, el escritor del argumento no ha probado que por María decir “Salvador” es una pecadora. Pero, según los ejemplos colocados, ¿desde qué óptica escribe la Virgen María? ¿Desde la de rescatada o la de preservada?
Argumento 2: María es pecadora porque Pablo dice que TODOS pecaron
El autor alude a continuación a una cita de San Pablo:
Pablo nos dice: “Por cuanto TODOS pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La Biblia dice que entre los hombres que no pecaron el único sin pecado es Jesús y lo Biblia lo aclara. Pero de María jamás se dice que ella nunca peco.
Para dar respuesta a esto, quiero mencionar un ejemplo interesante del Antiguo Testamento mencionado por Diego Perez de Valdivia en su obra: Tratado de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora, de 1582, sí, leyó bien, de cuatro siglos antes que la Iglesia promulgara el Dogma.
El libro de Ester narra que el rey Asuero había dado una orden que cualquiera que se presentara sin ser llamado sería muerto, excepto que el rey extendiera su cetro y quedaría libre:
Todos los servidores del rey y la gente de las provincias saben que hay una ley válida para todo hombre o mujer. Esa ley dice que quien se presente ante el rey sin haber sido llamado tendrá que morir. La única manera de que el que incumpla la orden se salve es que el rey extienda su cetro de oro hacia esa persona. Desafortunadamente hace treinta días que no he sido llamada a presentarme ante el rey (Est 4, 11)
La ley aplicaba para todos, el mismo término que en la cita de Rom 3, 23.
Al tercer día, Ester vistió su traje real y se paró en la parte interior del palacio, frente al corredor del salón del rey. El rey estaba sentado en su trono al fondo del salón, frente a la puerta. Cuando vio a la reina Ester, se alegro y le extendió el cetro de oro. Ester entró a la habitación, se acercó y tocó la punta de su cetro. (Est 5, 1-2)
La ley era para TODOS, por tanto según la Ley Ester debía morir, pero por soberanía del Rey le extendió el cetro y la salvó; la consecuencia que aplicaba para todos no le aplicó a Ester, por quien el Rey se alegró y le extendió el cetro. Es decir, la ley sí existía, pero a su esposa no se la aplicó.
De la misma forma que por Adán entró el pecado y todos pecaron (Rom 5, 12), la Virgen María fue preservada por el Señor de recibir la macha universal que le correspondía como a todos, tal como fue preservada Ester por el rey Asuero, de recibir la condena que le debía aplicar. Que preservada no implica no redimida, por lo tanto María sí fue salvada pero de un modo diferente al resto. Un protestante lee Rom 5 de la misma forma que leería el decreto del rey Asuero, según eso Esther simplemente debía morir.
¿Por qué el rey Asuero preservó a Ester? Porque era su esposa, la reina, y la amaba. Así podemos darnos cuenta que el amor del Señor por María merecía que correspondiera una gracia similar a la misión encomendada; para cumplir esa misión a fidelidad debía ser preservada inmune de toda mancha de pecado. Pero, ¿cómo preservarla si requería ser redimida por la obra de Cristo en la Cruz, y aun no había ocurrido?
Vamos a exponerlo desde un ejemplo bíblico.
Cuando el pueblo de Israel pidió un rey, muy a pesar el Señor se los concedió dándole a Saul como primer rey, al que se debía ungir con aceite:
«Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? (1 Sam 10, 1 RV 1960)
La unción con aceite se hacía con los reyes de, pues vemos posteriormente que Dios manda a Samuel a que haga lo mismo con David cuando aun no había sido constituido rey, porque ya Saul había fallado.
«Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey» (1 Sam 16, 1 RV 1960)
El Señor ha escogido a David para que sea rey, y pide a Samuel que lo unja, pero aun no será el tiempo de ser rey, sin embargo se anticipa y el Señor le da unción de forma anticipada:
«Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. (1 Sam 16, 12-13)
Cuando se da la pelea con Goliat, Saul como rey le da sus vestiduras a David, pero David no las utiliza. Posteriormente, David es coronado rey y vuelve a ser ungido. Podemos por tanto tratar de usar este ejemplo para comprender, sin ser preciso, que María fue redimida en atención a la misión que tendría: ser la madre de Dios. De esa forma, el Señor la preservó inmune de toda mancha de pecado en atención de los méritos de su Hijo.
David fue ungido tiempo antes de ser rey, pero ya había sido escogido. María fue preservada de toda mancha, tiempo antes de la Redención de Cristo, porque había sido escogida; el ángel no le dijo en la Anunciación que hallaría en futuro la gracia, sino que le habla en presente.
El autor procede a citar algunos padres de la Iglesia para justificar su postura, pero aquí ya tratamos ese tema La Inmaculada Concepción en los Padres de la Iglesia: Parte I