Cuando hablamos del Purgatorio, hablamos de un tema que, si es incomprendido por muchos católicos no formados, cuánto más por los no católicos, que, al hacerse una idea errada del Purgatorio, terminan atacando un fantasma, pues no es lo que la Iglesia enseña del Purgatorio.
Uno de los textos utilizados por la enseñanza católica respecto al Purgatorio, es 1 Cor 3, 13-15, que habla de sobre la obra que es pasada por fuego para ver la calidad de los materiales, y que implica un segundo fuego por el que se pasa al autor, cuya obra se quemare. Sobre este texto ha corrido mucha tinta, por parte de los protestantes, para negar que tenga relación con el Purgatorio, lo cual vamos a analizar.
Vamos a colocar el texto completo en la versión protestante Reina Valera:
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego. (1 Cor 3, 9-15 RV 1960)
Este texto se encuentra en la primera carta de San Pablo a los Corintios, y se trata de una analogía que hace San Pablo utilizando la figura de una construcción. He querido empezar desde el verso 9 porque es lo que da el contexto completo de lo que habla San Pablo. Incluso, los versos anteriores manejan un lenguaje de campo: “plantar”, “regar”, “crecer” (verso 6-8). Bajo ese lenguaje figurado, Pablo quiere reflejar el papel de cada uno en la obra de Dios. Es gracias a esos verbos, que se comprende que Pablo concreta la idea al llamar a todos, como labranza de Dios. Y es clave comprender que la eclesiología de Pablo está adornada de figuras con las cuales describir la Iglesia, por ejemplo, en la misma Carta a los Corintios llama a la Iglesia como un Cuerpo (1 Cor 12, 27).
Entonces, si Pablo menciona que Apolo regó, debemos entenderlo siempre desde la intencionalidad de Pablo, de referirse a la obra de la Evangelización. Luego mostrará otra figura, la de “edificio de Dios”, ya no serán los verbos plantar, regar, crecer, sino que aparecen los términos “arquitecto”, “fundamento”, “edificar”, son palabras diferentes, pero sigue refiriéndose a los fieles cristianos.
A partir de la realidad de Jesucristo como fundamento, cada uno va edificando, y va edificando con diferentes materiales. Generalmente los argumentos no católicos van por el lado de enfocarse en la distinción entre probar y purificar, para manifestar que el contexto del pasaje es que el fuego prueba la obra, por tanto, eso excluye el concepto de Purgatorio, pues si el contexto no es purificar como enseña la Iglesia Católica sobre el Purgatorio, el pasaje no respalda esa doctrina. De este modo, debemos devolvernos primero a los materiales utilizados.
Los materiales representan la forma en que cada uno edificó sobre el Señor Jesús. Veamos que a diferencia de la figura del Cuerpo dónde no todos somos un miembro específico (1 Cor 12, 17), en esta figura sí podemos decidir el material con el cual edificar sobre Cristo, y ahí entra el obrar de cada uno movido por la gracia. Esto es importante, porque se deja claro que esto aplica para los que edifican sobre Cristo, pero con diferentes materiales. Esto se refuerza porque el fuego probará la obra “cuál sea”, es decir, sin importar el material, toda obra será probada por el fuego, un fuego que le dará punto final a la obra de la forma en que hasta ese momento es conocida.
Es claro, y lo dejan ver los protestantes, que la palabra usada por Pablo, “probar”, es en griego δοκιμάσει, como para dejar en evidencia que ese pasaje no habla de purificar sino de probar, pero recordemos que primero la obra fue revelada (ἀποκαλύπτεται). Esto es importante, la obra primero fue revelada y luego fue probada. ¿Cuándo fue revelada? Veamos el pasaje:
“la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará” (verso 13)
San Pablo ya en la misma carta había hecho alusión “al día” referido al Señor (1 Cor 1, 8; 1 Cor 5, 5). Así mismo, la relación entre el día del Señor y el fuego ya se ha vislumbrado antes en el Antiguo Testamento:
¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. (Mal 3, 2 RV 1960)
La Reina Valera 1960 utiliza la expresión “tiempo” pero la traducción más acorde es “día”, según lo menciona Strong [1]. Vemos aquí la relación directa entre el día del Señor y el fuego como característica de lo que ese día significará para todos.
“Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra”. (Sof 1, 18 RV 1960)
Una vez más, se utiliza la imagen del fuego para el día del Señor, donde se habla que todo será consumido para todos.
“Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados. (Is 66, 15-16 RV 1960)
Por último, veamos a Isaías que también para la venida del Señor la asocia al fuego. Esto lo tiene claro San Pablo, quien entonces nos presenta también la figura del fuego ante la obra que se revela, revelación que ocurre para cada uno al momento de presentarse ante el Señor.
Si analizamos bien el texto de 1 Cor notamos que San Pablo no define cuál es el momento en que finaliza la edificación con los materiales, queda de forma atemporal, lo que lleva a inducir que la obra no es probada cuando se ha colocado el material sobre el fundamento, sino al momento del “día” que la va a declarar, cuando sea revelada la obra:
“porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará” (Verso 13)
Es evidente que hay un momento en que la obra será revelada por el fuego, y eso corresponde a cada uno al momento de la muerte cuando nos presentemos delante del Señor. Recordemos que estamos ante una analogía, es lo que a veces se olvida al abordar el pasaje. Así como cuando San Pablo habló de que somos miembros del Cuerpo, eso es una analogía.
En este pasaje estamos ante un primer fuego cuyo objetivo es probar, pero que su sentido es darle fin a algo para medir su calidad. Esto de finalizar es necesario saberlo, sobre todo cuando analicemos el significado del fuego en el Antiguo Testamento. Ya hemos visto pasajes que asociaban el fuego al día del Señor, y esto es porque el fuego en sí representaba la presencia de Dios, la furia del Señor o el fin para alguien.
Fuego como presencia de Dios:
«El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía” (Ex 3, 2)
«La gloria de Yahveh aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte.” (Ex 24, 17)
“Desde el cielo te ha hecho oír su voz para instruirte, y en la tierra te ha mostrado su gran fuego, y de en medio del fuego has oído sus palabras.» (Deu 4, 36)
Fuego como furia del Señor o el fin para alguien:
«Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en ellos y, tras echar incienso encima, ofrecieron ante Yahveh un fuego profano, que él no les había mandado. 2.Entonces salió de la presencia de Yahveh un fuego que los devoró, y murieron delante de Yahveh.»(Lev 10, 1-2)
«Brotó fuego de Yahveh, que devoró a los 250 hombres que habían ofrecido el incienso.» (Num 16, 35)
«A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y dijo: «Yahveh, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he ejecutado toda estas cosas. 37.Respóndeme, Yahveh, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Yahveh, eres Dios que conviertes sus corazones.» 38. Cayó el fuego de Yahveh que devoró el holocausto y la leña, y lamió el agua de las zanjas. 39.Todo el pueblo lo vió y cayeron sobre su rostro y dijeron: «¡Yahveh es Dios, Yahveh es Dios!»»(1 Re 18, 37-39)
De estas citas podemos comprender que el fuego es un elemento de la presencia y del actuar de Dios, y eso lo sabe San Pablo. Es mas, si buscamos cuántas veces San Pablo hizo uso del término fuego notaremos que fueron solo 4, 2 en 1 Cor 3, 13.15; 1 en 2 Tes 1, 8; y 1 en 1 Tim 4, 2. De esas 4 ya estamos analizando el texto de 1 Cor, pero es curioso la de 2 Tes 1, 8:
«Porque es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los que os atribulan, 7.y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus poderosos ángeles, 8.en medio de una llama de fuego, y tome venganza de los que no conocen a Dios y de los que que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús.» (2 Tes 1, 6-8)
Es una cita muy interesante, porque coloca la venida del Señor en medio de una llama de fuego, muy en sintonía con los textos del Antiguo Testamento sobre el fuego y el día del Señor. Ese día del Señor que, para quien la muerte lo llame antes del fin, será su día de presentarse y ser probado por medio del fuego.
Ahora, me quedaré con el término “probar” de 1 Cor 3, 13, porque, aunque piensen que eso refuta al Purgatorio, más bien nos remite al momento de cada uno presentarse delante del Señor. Veamos un ejemplo del Nuevo Testamento:
“para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pe 1, 7)
La cita es muy interesante porque nos muestra cuál es el objetivo de la prueba: examinar la fe, ver cómo resulta. Es el fuego el elemento capaz de probar la calidad del oro, y es curioso como la postura evangélica es diversa. He leído una página que refuta argumentando que el texto tampoco usa la palabra purificar, por lo que la intención de San Pedro al igual que San Pablo no es hablar de purificación[2]. Por otro lado, otra página, aunque acepta hablar de una purificación se va por la línea que eso no pone en juego la salvación[3] sino que se refiere a los premios. Veamos lo que una página evangélica enseña:
Pablo simplemente está usando los términos que son familiares para la gente de la época. El fuego era la herramienta que se utilizaba para purificar los metales y deshacerse de lo indeseable: la escoria. Así también, el día en que nuestras obras sean examinadas, el fuego del juicio purificará y apagará. Esto no afectará nuestra salvación, pero afectará nuestras recompensas. El tema del fuego usado como purificación también se encuentra en 2 Ped. 3: 10-13. Pero esto no se refiere a ser salvo o permanecer salvo.
1 Cor. 3:15 no enseña el purgatorio como un lugar al que vamos para que algunos de nuestros pecados sean limpiados de nosotros. Enseña que aunque la persona es justificada por la fe y no puede enfrentar la condenación, sus obras, sin embargo, serán juzgadas en «ese día». Las obras que son buenas sobrevivirán al fuego del juicio de la misma manera que el oro, la plata y las piedras preciosas sobrevivirán al fuego. Pero las obras falsas se consumirán como el fuego consume leña, heno y paja. Lo que queda no influye en si somos salvos o no. Tiene que ver con las recompensas en el cielo[4].
Es interesante, porque en algunas ideas podemos converger, por ejemplo:
- Que no se afecta nuestra salvación. Parece que el párrafo lo distinguiera como si el católico no creyera eso. Resulta que en el Purgatorio solo están los que ya fueron salvados y no pueden perder la salvación.
- Que el fuego del juicio purificará, también lo creemos los católicos.
- Que el tipo de obras afectarán nuestras recompensas en el cielo, también podemos considerarlo, por ejemplo, en la parábola del sembrador (Mc 4, 20)
Veamos la segunda parte del pasaje:
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
El texto nos presenta dos caminos: o la obra permanece o la obra no permanece, no hay más. Pero al mismo tiempo, recordemos que estamos hablando de quienes edificaron sobre el fundamento de Cristo. Esto suena más a Purgatorio de lo que un protestante quiera asumir. Veamos qué nos enseña el Catecismo:
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. (Numeral 1030)
La primera parte en negrilla tiene mucho en común con los puntos de convergencia del párrafo protestante porque vemos claro que no se pierde la salvación, vemos claro que están imperfectamente purificados porque la obra no se sostuvo, pero que, al estar edificada sobre Cristo, el autor se salva.
¿A quien correspondería aquellos cuya obra permanece luego de pasar por el fuego de la prueba? Pues a los que van al cielo de forma inmediata:
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven «tal cual es» (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4) (Numeral 1023)
Pero aquellos cuya obra no permanece luego de la prueba, pero edificaron sobre Cristo, se salvarán, pero pasando por el fuego. ¿Será que no permaneció por culpa del fundamento? Cierto que no, sino por la calidad de los materiales, pero en virtud del fundamento es que se salvan. Con el Purgatorio pasa igual, apelar a que el Purgatorio invalidaría el sacrificio único de Cristo como suficiente, es igual de absurdo de culpar al fundamento de que la obra no permaneciera.
La segunda parte, o la consecuencia de lo que ocurra con la obra es interesante porque lo que ocurre a la obra impacta al autor. Veamos en detalle esa parte del texto:
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque, así como por fuego.
Nótese que lo que se quema es la obra pero quien sufre la pérdida es el autor. Ahora, si bien no está en juego la salvación, hay algo llamativo y es el tiempo verbal que presenta el texto, que es en tiempo futuro: σωθήσεται (sōthēsetai). ¿Por qué ocurre esto? Si esto sólo tuviera que ver con recompensas, ¿por qué colocar en futuro el verbo si no afecta la salvación? Por la razón de que la obra quemada dilata la entrada al cielo.
Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios (Numeral 1032)
En esta segunda parte vuelve a aparecer un “fuego”. Ya no es el fuego que prueba la calidad de la obra, ahora es el fuego como consecuencia de la obra quemada, pero al mismo tiempo como mecanismo de salvación. El texto usa el término griego (διὰ), que se traduce como: “por medio de”, “por causa de”. En el contexto del pasaje implica que para salvarse, debe pasar por el fuego, como un proceso, como un recorrido, como un atravesar por el fuego. Es evidente que si ya el fuego quemó la obra, el fuego por el que se salva debe entenderse desde otra perspectiva. Y es aquí donde se comprende lo de purificación. Pero es de notar que ninguna palabra aquí significa purificación, lo cual lo sabe el protestante que reconoce que el término para purificar es ἁγνίζω (hagnizó).
Pero no estamos aquí ante un contexto de limpieza cultual, creo que en nada del pasaje podemos esperarlo, sino que debemos relacionar el fuego y la salvación. La salvación es el objetivo, el fuego es el medio. ¿Cómo actúa el fuego aquí? Amando. Veamos el sentido del fuego en el siguiente pasaje:
«Ponme cual sello sobre tu corazón, como un sello en tu brazo. Porque es fuerte el amor como la Muerte, implacable como el seol la pasión. Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh.» Cant 8, 6)
Incluso, la carta a los Hebreos nos presenta una descripción del fuego del Señor que va consumiendo:
«pues nuestro Dios es fuego devorador.” (Heb 12, 29)
¿Consumiendo qué? Aquello precisamente por lo que la obra se quemó aun edificada sobre el fundamento. ¿Pero debería estar el verbo purificar? El asunto es que en el Purgatorio el alma ya no puede hacer nada por sí misma, mas que recibir los rayos del amor de Dios. Es la demora de estar plenamente con el amor de los amores lo que produce el sufrimiento. Por eso cuando se analiza el verbo hagnízō [5] en su aspecto moral, no lo encontramos en esta cita, porque en esos casos se requiere el actuar del alma para ser purificada, sin embargo, el alma en el Purgatorio solo puede quedarse estática ante ese fuego de amor que la traspasa y la consume.
San Agustín llamó a este fuego, el fuego corrector[6]:
Ni me corrijas con tu ira, sino purifícame en esta vida y transfórmame de modo tal, que no necesite ya el fuego corrector, como los que se han de salvar, aunque como pasados por el fuego. ¿Y esto por qué, sino porque edifican sobre el fundamento de leña, heno, paja? Que edifiquen sobre oro, plata, piedras preciosas, y estarán a salvo de uno y otro fuego; no sólo del eterno, que sin fin atormentará a los malvados, sino del que corregirá a los que se salvarán como pasando por fuego. [7]
San Cipriano expresó sobre el fuego del que hablamos[8]:
Una cosa es estar en pie por el perdón, otra cosa es alcanzar la gloria: una cosa es no salir de allí, cuando se le echa en la cárcel, hasta que se haya pagado el último céntimo[9]; otra cosa al mismo tiempo recibir el salario de la fe y el coraje. Una cosa es, torturado por la larga paciencia por los pecados, ser limpiado y purificado por el fuego durante mucho tiempo; otro, haber limpiado todos los pecados mediante el sufrimiento. Una cosa es, en definitiva, estar en suspenso hasta la sentencia de Dios en el día del juicio; otro para ser coronado de inmediato por el Señor.
Orígenes expresó en su homilía VI sobre el Éxodo[10]:
Por esta razón el que es salvado es salvado por el fuego, para que si por casualidad alguno tuviese mezclado algo de plomo, sea reducido y disuelto por el fuego, para que todo sea oro bueno, porque se dice que el oro de la tierra que han de habitar los santos, es bueno y como el horno prueba el oro, así la tentación prueba a los justos. Por tanto, es preciso que todos vengan al fuego, que todos vengan a la fundición. Se sienta el Señor y funde y purifica a los hijos de Judá.
Cuando se llega allí, si alguno presenta muchas obras buenas y un poco de iniquidad, ese poco será fundido y purificado por el fuego como el plomo, y todo será oro puro. Y si alguno ofreciese más plomo, más será consumido, para que más sea reducido, de modo que aunque tuviese poco oro, no obstante quede purificado. Ahora bien, si alguno llegase allí siendo todo él plomo, se hará de él lo que está escrito: será hundido en el abismo, como plomo en las aguas caudalosas. Pero sería muy largo exponerlo todo por su orden; basta limitarse a unos pocos pasajes.
[1] https://bibliaparalela.com/hebrew/3117.htm
[2] http://respuestasevangelicas.blogspot.com/2018/03/mitos-catolicos-el-purgatorio-en-1.html
[3] https://carm.org/roman-catholicism/purgatory-and-1-cor-315/
[4] Ib
[5] https://www.studylight.org/lexicons/eng/greek/48.html
[6] https://www.augustinus.it/spagnolo/esposizioni_salmi/index2.htm
[7] https://www.augustinus.it/spagnolo/esposizioni_salmi/index2.htm
[8] https://www.newadvent.org/fathers/050651.htm
[9] Alusión a Mt 5, 25-26
[10] https://mercaba.org/TESORO/ORIGENES-1/marcoorigenesexodo.htm