El credo reza que Jesús descendió a los «infiernos», en plural. ¿A dónde bajó Jesús?
San Pedro en una de sus cartas nos expresa:
«Cristo murió una vez por nuestros pecados —siendo justo, padeció por los injustos— para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu. Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros» (1 Pe 3, 18-19)
Cristo «descendió» para expresar que fue a anunciarse a los que lo habían precedido en la muerte:
«Porque la Buena Noticia ha sido anunciada a los muertos, para que ellos, después de haber sido juzgados en la carne conforme a su condición humana, vivan por el Espíritu con la vida de Dios» (1 Pe 4, 16)
Debido a que Cristo no había inaugurado el cielo con su obra redentora, todos los que morían iban al Sheol o Hades, tanto justos como injustos se encontraban allí, aunque en regiones diferentes, cada uno aguardando el destino que habían alcanzado en vida.
La palabra sheol en hebreo, hades en griego o infernus en latín designaban un lugar bajo tierra donde moraban los muertos, y por eso así lo expresa el Credo. En cambio, la palabra para designar el castigo eterno se expresa como la gehena, la que Jesús utilizó en pasajes como (Mt 5, 29). La gehena era un lugar llamado Valle de Hennon, en donde había una hoguera que los paganos tenían siempre ardiendo para ofrecer sacrificios al dios Moloch.
Cristo al descender, tomó consigo a los justos, a quienes llamó a la vida (Jn 5, 25), a los que estaban en el «seno de Abraham», como el caso del pobre Lázaro (Lc 16, 22-26), para llevarlos consigo al cielo.
A partir de ahí, quienes queden en el lugar de los muertos serán los condenados, serán los que queden en el «infierno» pues los justos tendrán su morada en el cielo, ya al morir un justo el lugar que le espera es el cielo.
El Catecismo lo enseña así:
«Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos» (Catecismo Romano, 1, 6, 3).
Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados (cf. Concilio de Roma, año 745: DS, 587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf. Benedicto XII, Libelo Cum dudum: DS, 1011; Clemente VI, c. Super quibusdam: ibíd., 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido (cf. Concilio de Toledo IV, año 625: DS, 485; cf. también Mt 27, 52-53).
En resumen:
- Jesús bajó a la morada de los muertos, donde estaban justos e injustos
- Esta morada era llamada sheol o hades.
- Cristo descendió a esta morada para llevarse sólo a los justos
- Los injustos se quedaron para pagar su pecados en un castigo eterno, el que se llama gehena, hoy con el término «infierno».