Hoy la Iglesia celebra tres acontecimientos importantes en la fe católica:
1. Institución de la Eucaristía
Muchos se preguntan si siquiera la palabra «Eucaristía» aparece en la Biblia, y la respuesta es que sí pero no en español.
San Lucas expresa:
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». (Lc 22, 19)
Dice el Evangelista que Jesús dio gracias. Pues precisamente ese «dar gracias» en griego es εὐχαριστήσας (eucharistesas)
De ahí proviene la palabra Eucaristía.
Lo que Cristo instituyó ese día fue que nosotros en adelante celebremos el mismo acontecimiento, actualizando ese único sacrificio, en donde comemos su cuerpo y bebemos su sangre.
La Eucaristía es un acto de amor en donde el mismo Cristo se dona a nosotros en un pedazo de pan.
La Eucaristía es el centro de nuestra fe, y debemos pedir los ojos espirituales para poder comprender el misterio que se hace presente en las especies de pan y vino.
La institución queda expresada en las palabras de Jesús: Hagan esto en conmemoración mía. No fue un simple recordar, no es un simple repetir, es volver a vivir ese único momento.
La palabra usada por San Lucas es ἀνάμνησιν (anamnesis) que tiene un sentido sacrificial. Existe otra palabra que traduce por memoria en sentido de recuerdo. Incluso la misma Reina Valera la tiene así:
De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria (μνημόσυνον=mnēmosynon) de ella. (Mc 14, 9)
Si San Lucas sólo quiere que se recuerde, hubiera usado esta palabra.
La Eucaristía no mata a Cristo de nuevo, ni hace que se vuelva a sacrificar. Es el mismo sacrificio de la Cruz, porque ese memorial es como los judíos vivían cada pascua. Ellos no volvían a salir de Egipto, pero vivían esa salida, actualizaban esa salida. No era un simple recordar.
La Carta a los Hebreos lo deja claro:
«Y no para ofrecerse a sí mismo repetidas veces al modo como el Sumo Sacerdote entra cada año en el santuario con sangre ajena Para ello habría tenido que sufrir muchas veces desde la creación del mundo. Sino que se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio» (Heb 9, 25-26)
2. Institución del Sacerdocio.
De la misma forma, cuando Cristo dijo que se hiciera eso en memoria de él, se lo dijo a sus Apóstoles a quienes constituyó para continuar su obra en la Iglesia.
El sacerdocio ahora no será como en el Antiguo Testamento, ofreciendo sacrificios imperfectos, sino que Cristo será en ellos, quien oficie el culto al Padre, a través de su entrega voluntaria en la Cruz. En el sacerdote, es Cristo mismo quien actúa y se presenta.
El sacerdocio es una vocación, un llamado que Cristo hace a hombres escogidos para tan alto ministerio. Pidamos hoy por nuestros sacerdotes para que Dios los mantenga en santidad.
Esta vocación requiere que entreguen su vida totalmente a Dios.
En la Iglesia latina, los sacerdotes se mantienen célibes, lo cual no es un dogma sino una disciplina eclesiástica válida que tiene su sentido en Cristo mismo y en la enseñanza de San Pablo:
El que no tiene mujer se preocupa de las cosas del Señor, buscando cómo agradar al Señor.
En cambio, el que tiene mujer se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y así su corazón está dividido (1 Cor 7, 32-34)
En la Iglesia de Oriente, los sacerdotes pueden ser casados, mas no se pueden casar luego de ordenados.
3. El mandamiento del amor
En la Última Cena, Cristo da ejemplo a sus Apóstoles, de lo que es el amor fraterno y servicial, cuando decide lavar los pies a los discípulos. Era un signo de hospitalidad dar agua a los visitantes para que se lavaran los pies, como hizo Abraham con los ángeles que lo visitaron (Gen 18, 4).
Cristo va más allá, y decide lavarlos a ellos como muestra de amor y servicio, y les pide hacer lo mismo:
«Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor,
ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican» (Jn 13, 15-17)El amor que Cristo nos pide debe hacerse en acciones concretas.
Hoy no olvides ir a celebrar con Cristo estos momentos tan importantes para la fe. Y luego de la Eucaristía recuerda que el Santísimo estará expuesto para que contemplemos y adoremos a Jesús.