Otro de los temas de apologética de Cuaresma, es uno que nos genera inquietudes cuando llegan los viernes. ¿Por qué nos abstenemos de comer carne los viernes? ¿Lo dice la Biblia?
Partimos el tema con un fuerte NO. ¿Es antibíblico? TAMPOCO. Sin embargo los no católicos han encontrado un texto para condenar la abstinencia ordenada por la Iglesia:
“Empero el Espíritu dice manifiestamente, que en los venideros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios; Que con hipocresía hablarán me tira, teniendo cauterizada la conciencia. Que prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de las viandas que Dios crió para que con acción de gracias participasen de ellas los que han conocido la verdad” (1 Tim 4, 1-4)
Para colocar este verso en su verdadero contexto, debemos entender que pasaba en la época de San Pablo. Citando una fuente no católica para mejor transparencia en el tema:
En aquellas comunidades la carne disponible para ser comprada en el mercado público a menudo provenía de un animal que había sido ofrecido, total o parcialmente, como un sacrificio a los diferentes ritos religiosos paganos. El problema para la comunidad cristiana de aquel entonces era saber si era apropiado o no comer esta clase de carne: ¿había sido contaminada por haber sido parte de ritos paganos? ¿Se participaba en esta religión (y por lo tanto se cometía apostasía) por comer esta carne? Pablo anima a los cristianos en Roma y en Corinto a recordar que aunque no se prohibía específicamente comer esta carne, las personas sensatas evitarían hacerlo si otros podían ofenderse. Las necesidades de los miembros más débiles y la posibilidad concreta que su fe fuera lesionada son importantes consideraciones cuando se toman decisiones sobre la alimentación.[1]
Como vemos, San Pablo condena a aquellos que prohíben en todos los casos la carne[2], para evitar consumir algo que pudo haber sido sacrificado a los ídolos, como posteriormente enseñarían los maniqueos. Ya el mismo Pablo lo menciona en su carta a los Romanos ambas actitudes, aquellos que prohibían comer carne y aquellos que creían que podían comer de todo sin importar lo que pensaran los que no la comían. El apóstol contesta:
“No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro, ciertamente, pero es malo comer dando escándalo. Lo bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (Rom 14, 20-21)
Así, San Pablo nos invitaba a examinar nuestra actitud para no afectar la fe de nuestro hermano. Así que el texto de Timoteo nada tiene que ver con la práctica de la Iglesia en los viernes de Cuaresma. La Iglesia no impide que un católico coma carne, sino sólo le manda abstenerse en ciertas fechas y con un propósito claro de reflexión y penitencia. El problema más serio se tiene cuando un católico cumple el precepto pero no lleva consigo el sentir espiritual asociado, sino que simplemente cambió un tipo de proteína por otra. Eso no ayuda en mucho porque se vacía el sentir de la abstinencia y queda en un mero precepto. Es importante cumplirlo pero el saber lo que implica.
Hay un artículo muy lúcido de Bruno M, en el que nos expresa:
La abstinencia de carne es, ante todo, un signo que nos regala la Iglesia, que nos recuerda que estamos en un momento de gracia, en la Cuaresma. Nos despierta de nuestro letargo, para que no se nos pase este tiempo maravilloso de conversión sin pena ni gloria, porque quizá sea la última Cuaresma que vivamos, quizá no tengamos otro momento para volvernos a Dios. Y es un signo especialmente útil, porque no se queda en el templo, como las vestiduras moradas o la falta del “Aleluya”, sino que se mete en nuestra casa, en nuestra vida, porque la conversión cambia el corazón, es decir, la vida entera y absolutamente todos los segundos de nuestra existencia.
Simbolismo del viernes
¿Daría lo mismo ordenar la abstinencia un martes? ¿Qué representa el viernes en la liturgia de la Iglesia?
Jesucristo murió un viernes, y es algo que nos expresa la Biblia (Mc 15, 42). La muerte de Cristo aunque mostró su victoria sobre el mal y la derrota del diablo, para nosotros los cristianos, nos llena de tristeza por todos los padecimientos que sufrió el Señor. Es algo natural para aquellos que sentimos el dolor de la cruz, un dolor que debía ser nuestro por nuestras faltas pero que él quiso llevar sobre sus hombros. Los discípulos de Emaus nos expresan este sentir cuando el Evangelio de Lucas narra:
“Él les dijo: «¿Qué comentaban por el camino?» Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!» (Lc 24, 17-18)
Incluso, la misma naturaleza hizo luto por la muerte del Señor:
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
Si los primeros cristianos y la naturaleza sintieron el dolor por la muerte del Señor, ¿qué actitud debemos tener nosotros? Debemos concientizarnos de esto y tratar de ofrecer nuestra vida en un permanente caminar por ese camino de la cruz. Por eso, la Iglesia toma este día como un recordar la muerte de Cristo, adentrarnos en este acontecimiento y hacerlo propio.
Desde los primeros siglos, el miércoles, viernes y sábado eran días de ayuno y abstinencia en la Iglesia, llamados cuatro témporas, por lo que abstenerse un viernes, además del sentido bíblico tiene una antigua tradición entre los cristianos.
El abstenerse
Por eso el Viernes Santo con mayor razón la Iglesia nos invita a hacer penitencia. Coloco a continuación lo que expresa el Código de Derecho Canónico al respecto:
Canon 1249.
Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen.
Canon 1250.
En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.
Canon 1251.
Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
Nos damos cuenta que lo que la Iglesia busca es unirnos en un solo sentir (Fil 1, 27) para conmemorar la muerte del Señor, y presentar un espíritu reflexivo y de penitencia. ¿De qué manera? Promoviendo el ayuno y la abstinencia. ¿Y la base bíblica?
Nuevamente citando a San Lucas encontramos el siguiente texto:
Luego le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben». Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar».
¿Quién es el esposo? Cristo, el cual nos fue quitado al morir un viernes. Y el mismo Cristo nos indica que al no estar, entonces tendremos que ayunar. Por eso la Iglesia nos invita a conmemorar la muerte del Señor a través del ayuno y la abstinencia.
San Pablo nos invita a someter nuestro cuerpo (1 Cor 9, 27), y por eso la abstinencia logra que mortifiquemos nuestros deseos para fortalecernos espiritualmente.
¿Y por qué carne?
Ya en la época de San Jerónimo, en el siglo IV surgió una controversia con Joviniano, quien como los protestantes modernos veían innecesario el abstenerse de carne, así que no son nuevos los ataques que enfrentamos los católicos.
La principal necesidad fisiológica del ser humano es el comer. Es algo tan vital que hasta cuando Jesús sintió hambre, fue tentado por el diablo. Así que la Iglesia ha querido en aras de mantenernos en un mismo espíritu de penitencia en esta época, el considerar que ofrezcamos el sacrificio de no comer carne en memoria de la muerte del Señor. Quiere decir que lo importante de la abstinencia de carne, no es privarse de la carne en sí, si no rememorar la muerte del Señor, como señal de sacrificio.
Puede uno preguntarse, por qué pescado sí y carne roja no, y la respuesta es que la carne roja se da en animales que mueren por derramamiento de sangre, y el sentido es recordar a Jesús que murió derramando su sangre por nosotros, es decir, el abstenerse de esas carnes es un signo que nos debe hacernos acordar en ese privarse, de quien murió derramando su sangre para salvarnos.
En la Biblia hay ejemplos donde se presentan signos como señal de un acontecimiento que Dios quiere que recordemos. Por ejemplo cuando Josué cruza el Jordán con el pueblo, Dios les ordena guardar doce piedras como señal:
Entonces Josué llamó a los doce hombres que había hecho designar entre los israelitas, un hombre por cada tribu, y les dijo: «Vayan hasta el medio del Jordán, ante el Arca del Señor, su Dios, y cargue cada uno sobre sus espaldas una piedra, conforme al número de las tribus de Israel,
para que esto quede como un signo en medio de ustedes. Porque el día de mañana sus hijos les preguntarán: ‘¿Qué significan para ustedes estas piedras?’.
Y ustedes les responderán: ‘Las aguas del Jordán se abrieron ante el Arca de la Alianza del Señor; cuando ella atravesó el Jordán, se abrieron las aguas del río. Y estas piedras son un memorial eterno para los israelitas’. (Jos 4, 4-7)
Muy seguramente habrá el no católico que haga distinción diciendo que las piedras Dios si las mandó como señal pero no el abstenerse de carne. Para nosotros la Biblia no es un manual que detalle paso a paso cómo hacer las cosas, pero es innegable el hecho que Dios nos dé señales como recuerdo de una realidad mayor. Así que cuando un viernes nos abstenemos de comer carne, lleva nuestra mente y nuestro corazón a recordar la muerte del Señor.
Finalmente tenemos que responder cómo cuando los servidores le respondieron a Naamán al cuestionar la orden de Eliseo para ser curado de la lepra:
“Si el profeta te hubiera mandado una cosa extraordinaria ¿no la habrías hecho? ¡Cuánto más si él te dice simplemente: Báñate y quedarás limpio!» (2 Re 5, 13)
La Iglesia ordena que los católicos practiquemos la abstinencia de la carne como una forma de unirnos a todos en un espíritu de penitencia, para recordar la muerte del Señor y someter nuestro cuerpo al espíritu privándonos de comer un alimento muy común y apetecido por la gran mayoría. Pero está en cada uno, revisar su vida y sus actos y ofrecer a Dios algún tipo de mortificación adicional que nos haga reflexionar nuestro comportamiento y nuestra respuesta hacia Dios.